miércoles, 5 de diciembre de 2007
Desde Canada:Testimonio del Dr. Juan Humberto Vera
Testimonio del Dr. Juan Humberto Vera Gandulfo, Académico y Decano Asociado (Investigación) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad McGill, Canadá
La Escuela de Artes y Oficios (EAO) y la Escuela de Técnicos Industriales (ETI)
Durante mis estudios en la UTE tuve el privilegio de vivir en la casa de mi tío Pedro Gandulfo quien, junto con su hermano Juan y con Santiago Labarca (tercer Rector de la UTE), había sido uno de los líderes estudiantiles de la FECH en el año 1920. En la casa de mis tíos hubo siempre un ambiente intelectual estimulante. Junto con mi primo Juan Luis Gandulfo, uno de los fundadores del Teatro Teknos, viví una vida estudiantil intensa. Ingresé a la Escuela de Artes y Oficios (EAO) en 1955.
Para los estudiantes del Grado Técnico (postsecundario) la escuela se llamaba ETI, Escuela de Técnicos Industriales. Pero, en esos tiempos, la diferencia era mas bien nominal ya que había una sola administración para la EAO y la ETI. La UTE misma tenía casi una existencia virtual, con una Casa Central en la calle Fanor Velasco y tres escuelas: la EAO en Av. Ecuador, la Escuela de Ingenieros Industriales en calle Sto. Domingo y el Instituto Pedagógico Técnico (IPT) en la Alameda, cada una de ellas con una personalidad propia y de existencia muy anterior al decreto de fundación de la UTE.
Los comienzos de la UTE
Eran años de gestación de la universidad como tal. Entre los estudiantes del Grado de Técnicos había una gran preocupación por demostrar que éramos verdaderamente estudiantes universitarios. Este ambiente de crecimiento motivaba actividades estudiantiles de todo tipo. Se organizaban bailes, eventos deportivos, carnavales, conferencias y conciertos del recién creado Coro Universitario UTE, bajo la dirección de Mario Baeza. En esos días fui presidente del Centro de Alumnos de la Especialidad de Química y del Centro de Alumnos de la ETI.
Durante mi permanencia en la ETI se produjeron cambios mayores en las autoridades de la naciente UTE. Santiago Labarca reemplazó a José Miguel Seguel como Rector, Héctor Torres reemplazó a Manuel Rodríguez como Director de la EAO/ETI, Armando Quezada reemplazó a Enrique Frömel como Director de la Escuela de Ingenieros Industriales (EII) y, si me acuerdo bien, Mario Osses asumió la Dirección del IPT.
En esos tiempos los estudiantes teníamos poco peso en las decisiones administrativas y sólo de oídas nos enterábamos que estos cambios se debían a fuertes tensiones creadas por la imposición de una autoridad central para administrar tres escuelas diferentes en Santiago y seis más en provincias, que previamente tenían una estructura débilmente dependiente del Ministerio de Educación. A pesar de todo, nuestra opinión tuvo un cierto peso para traer a Héctor Torres como Director de la EAO/ETI y también para traer al Dr. Reinaldo Irrgang como Jefe de la Especialidad de Química de la ETI. De hecho, los estudiantes apoyamos las candidaturas de Enrique Kirberg y de Héctor Torres para Director de la EAO/ETI. El Consejo Universitario decidió por Héctor Torres.
Dicho sea de paso, el Consejo Universitario de esos tiempos se autogeneraba, esto es, el Consejo decidía el reemplazo de sus propios miembros y el nombramiento de todas las autoridades universitarias. Este fue el punto que inició el Movimiento de Mayo de 1961, cuando los estudiantes no aceptaron la designación del Director de la Escuela de Minas de Copiapó.
Es importante notar que en esos años casi no había estudiantes mujeres en la EAO/ETI ni en la EII. Cuando yo ingresé a la Universidad había sólo una estudiante mujer (Irena Dumler) en el Grado Técnico, ninguna en la EII y ninguna en el Grado Oficios. En mi curso entraron cinco o seis compañeras de las cuales sólo una se tituló luego de algunas demoras. Entre los académicos sólo había una mujer: doña Guacolda Antoine, profesora de Matemáticas Superiores en la EII. Como ex-alumno de ella, debo declarar que era una excelente profesora.
La mayoría de los profesores que teníamos en la ETI eran de tiempo parcial. Daban unas pocas horas de clases por semana y trabajaban de tiempo completo en alguna otra parte. En la ETI/EAO los únicos docentes de jornada completa eran los jefes de especialidad y algunos instructores de laboratorios o talleres. En la especialidad de Química el Dr. Reinaldo Irrgang fue contratado a tiempo completo y produjo muchos cambios positivos. En la especialidad de Mecánica el jefe de especialidad era Sergio Fuentes Palma y en la especialidad de Electricidad era Franklin Espinoza. Ambos tenían el título de ingeniero industrial.
La Escuela de Ingenieros Industriales (EII)
Finalizados mis estudios de Técnico Químico ingresé a la EII, a la Especialidad de Ingeniería Química. En la EII, los estudios eran más exigentes y dejaban tiempo limitado para actividades extra curriculares. Pero, a pesar de ello, manteníamos un espíritu joven y organizábamos actividades culturales y sociales para mantener la sanidad mental.
Fui nuevamente presidente del Centro de Alumnos de la Especialidad y también del Centro de Alumnos de la EII. Con Horacio Correa, actual profesor de la USACH, hicimos toda la carrera juntos, incluso la memoria de grado para el título de ingeniero. Sin la ayuda de los apuntes de clase de Horacio quizás nunca hubiera terminado ingeniería.
No estoy muy seguro, pero debe haber sido en 1957, el Rector Santiago Labarca inauguró la Sede Universitaria (campus) de la UTE en la Quinta Normal. El Instituto Pedagógico Técnico, la ETI y la EII comenzaron ahí una nueva vida. El progreso fue lento y el IPT fue el primero que se cambió al nuevo campus. El Laboratorio Central de Química (ETI) (inaugurado en 1965) y el Laboratorio de Operaciones Unitarias (EII) estuvieron entre las primeras semillas de unificación del grado de Ingenieros y la ETI.
Hay otra memoria, de esos mismos años, que hasta el día de hoy me emociona recordarla. Se trata de la inauguración de la Radio UTE. Tengo la imagen vívida de un grupo de jóvenes sentados alrededor de un receptor de radio silencioso, sintonizado en la banda correspondiente. A la hora precisa que se había anunciado, mientras guardábamos religioso silencio, escuchamos la voz profunda del locutor diciendo: “Transmite Radio Universidad Técnica del Estado”. Es difícil describir en palabras, hoy día, la alegría profunda que esta simple frase nos causó en esos tiempos. La primera directora de la Radio Universidad Técnica del Estado fue doña María Teresa Femenías y desde el comienzo le dio un carácter cultural de primera clase.
Los años 60 y el inicio de la Reforma Universitaria
En los años sesenta se vivía un ambiente de cambios en el mundo y los estudiantes nos sentíamos identificados con esta corriente de aire fresco. El Papa Juan XXIII renovaba el Vaticano y Nikita Krushev hacía lo propio con el Kremlin, mientras que John Kennedy traía un soplo de juventud a la Casa Blanca y Fidel Castro daba esperanzas a Latinoamérica.
En este ambiente, el año 61 ocurrió el Movimiento del 25 de Mayo, que dio origen a la Reforma de la UTE. El Presidente de la FEUT de entonces, viajó a USA invitado por Kennedy y de vuelta decidió quedarse en Cuba a vivir. En esos días yo estaba de presidente de la EII y como la Federación de Estudiantes de la UTE (FEUT) estaba un tanto desmantelada, teníamos casi una junta de gobierno con Leo Fonseca y Ciro Oyarzún. Con Ciro redactamos la Declaración del 25 de Mayo (ver Sección Documentos).
Fueron tiempos heroicos, de modo que son toneladas de memorias y que ya se me van borrando. Me acuerdo de Alejandro Yáñez (que después fue cuatro veces presidente de la FEUT) cuando él era un niño y nos ayudaba en todo durante el Movimiento de Mayo. Recuerdo que Tomás Ireland, quien venía uno o dos cursos después del mío, fue enviado en calidad de delegado a Copiapó (su escuela de origen) durante el Movimiento de Mayo. Tomás, quien después fue elegido Secretario General de la UTE junto al Rector Kirberg, fue otro de los motores del Teatro Teknos, junto a mi primo Juan Luis Gandulfo.
Luego de que, con el apoyo de las otras universidades del país, lográramos que el Consejo Universitario acogiera nuestras peticiones, salí elegido Presidente de la FEUT y ayudé por casi seis meses. Después tuve que renunciar porque comencé a trabajar como ayudante (pagado) en la UTE y me reemplazó Omar Martínez.
Era el tiempo en que se comenzaba a contratar personal académico de jornada completa en la ETI y la EII. Esta política comenzó en la rectoría de Santiago Labarca y se intensificó en la rectoría de Horacio Aravena. Los primeros ‘contratados’ (como se les llamaba en ese tiempo) que yo recuerdo, comenzaron a trabajar en la EII antes de que yo entrara como alumno. Entre otros recuerdo a Isaac Levy y Lautaro Retamales en Química, Hernán Sanhueza en Electricidad, Jacobo Urland en Mecánica y, en Física, comenzando por Rubén Toro, un grupo grande formado por Luis Alava, Héctor Barrios, Hugo Levy, Juan Alfaro, Fernando Veas, Rolando Oyarzún.
En una segunda ola llegamos otros cuantos a la EII y al Laboratorio Central de Química de la ETI. Luego de los contratos para la Sede de Santiago, se contrató a tres ingenieros industriales recién egresados y se les envió a la Sede de Antofagasta y luego otros tres, un año o dos después, para enviarlos a la Sede de Punta Arenas. La idea de enviar un grupo de jóvenes académicos a las Sedes de provincia tuvo un gran efecto renovador en la Universidad.
Eran tiempos de cambios en el mundo. En París, y también en Berkeley, había movimientos estudiantiles de magnitud. En la UTE la Reforma se veía venir. En la segunda mitad de la década de los 60 hubo un factor que fue decisivo en el curso de la UTE. Este fue la llegada de un gran número de profesores argentinos que se auto-exilaron como protesta ante la dictadura de Onganía en Argentina. Este grupo estaba formado por individuos de la más alta capacitación académica, con doctorados en USA, en Inglaterra y otros países europeos. Eran todos individuos creativos, democráticos y que entendían claramente el concepto de libertad académica. El Rector de entonces, Horacio Aravena, encargó al Dr. Reinaldo Irrgang traer tantos académicos como pudiera a la UTE. Llegaron, entre otros, Juan Costamagna, Eduardo Lisi, Elsa Abuin, Ricardo Zuccareli, Jaime Maymó, Roberto Raggi, Bruce Cassels, Rubén Levitus, Rita Eskenazi, Alberto Zanlungo, Ana Crivelli, Hugo Massaldi. La Reforma había comenzado.
La Reforma en marcha
Eran años de ‘nacimiento’ académico. Se creaba la Licenciatura Académica en Matemáticas (LAM) bajo la dirección de Jaime Michelow. El Dr. Irrgang traía investigadores de la República Federal Alemana y de la República Democrática Alemana (RDA). Los académicos ‘contratados’ partían a estudiar al extranjero. Unos a España, otros a Inglaterra, otros a USA. Se firmaban convenios para enviar anualmente académicos becados a la Universidad de Toronto, en Canadá y a la Universidad de Dresden, en la RDA, y también para enviar egresados becados a la Universidad Patrice Lumumba, en la URSS. La UTE recibía su primer computador, un artefacto caprichoso que ocupaba toda una pieza en la Sede Quinta Normal, donado de segunda mano por una universidad norteamericana. A veces trabajaba, a veces no, dependiendo de la temperatura exterior y la eficiencia de los calentadores y ventiladores interiores.
En calidad de profesor, me tocó vivir gran parte de la Reforma y contribuir como pude a ese movimiento siendo Director del Departamento de Ingeniería Química y luego, Director de la Escuela de Ingenieros Industriales. Con respecto a mi primer nombramiento de Director de la EII, es apropiado recordar que eran los tiempos en que todos los cargos administrativos eran decididos por el Consejo Universitario. Además, este nombramiento ocurrió en un período de gran agitación estudiantil que ocasionó que el excelente Director de la EII, don Armando Quezada, se acogiera a retiro.
Cuando el Rector Aravena me llamó a su oficina para ofrecerme el cargo de Director de la EII, le expresé claramente que yo estaba en desacuerdo con la estructura universitaria prevalente. El diálogo de esa reunión refleja, en más de un sentido, lo que después fue la Reforma. No recuerdo las palabras precisas, pero creo que yo dije algo como: “Usted sabe, Rector, que en cuanto a la visión del futuro de la Universidad, estamos en campos opuestos”. El Rector, si recuerdo bien, me respondió: “Lo sé muy bien. Usted tiene libertad de pensar y actuar como quiera. Todo lo que le estoy preguntando es si acepta o no el cargo de Director de la Escuela de Ingenieros. Tengo el encargo del Consejo Universitario de ofrecérselo”.
Así fue como luego participé simultáneamente en la Comisión de Reforma, como miembro electo, y en el Consejo Universitario en mi calidad de Director ‘nominado’ de la EII. Me tocó jugar una función de puente y poner el hombro para traer a Enrique Kirberg como Rector. En ese tiempo de transición, el Consejo Universitario, que era la autoridad legal de la Universidad, ratificaba casi sin discusión las decisiones de la Comisión de Reforma. De hecho, varios de académicos participábamos en los dos organismos.
Una de las figuras prominentes del Movimiento de Reforma fue don Rubén Toro. Don Rubén fue una sorpresa para todos. Lo conocíamos como un reservado profesor de Física y de Mecánica Racional, y cuando comenzó la Reforma se reveló como una figura inspiradora, de espíritu joven y ágil. Don Rubén fue un ejemplo para todos nosotros. No creo que Enrique Kirberg hubiera podido hacer todo lo que hizo sin el apoyo incondicional de don Rubén.
De los tiempos de la Reforma, además de las inspiradoras personalidades de Enrique Kirberg y Rubén Toro, se me vienen a la memoria los nombres de René Schifferli (Secretario Nacional Académico), Hernán Estévez (Director de la Escuela de Construcción Civil en tiempos de la Reforma), Cesar Fernández, Jorge Soto (quien fuera Rector Interino en el período de Reforma), Jaime Rovira, Arsenio Fica, Hernán Vega, Hugo Levy (Director de la Oficina de Investigación Universitaria) y tantos otros.
Cuando ya la Comisión de Reforma había terminado su trabajo y el Consejo Universitario, luego de ‘nombrar’ a Enrique Kirberg como Rector, se había auto-disuelto, viajé a USA a completar mis estudios de doctorado. Durante mi estadía en Berkeley, me correspondió organizar el viaje de Rubén Toro y Enrique Kirberg a Stanford para invitar a Linus Pauling a visitar la UTE. Los acompañé a Stanford y les serví de intérprete. Lo más impresionante para mí fue ver la oficina de Linus Pauling, ganador de dos Premios Nobel. A lo mas tenía cuatro metros cuadrados, llena de papeles y con una regla de cálculo en el escritorio.
Con esta ausencia en el extranjero, hay dos años de historia de la UTE de los cuales no tengo información directa (1968-1970). Lo que sé es que, a mi vuelta, encontré que Arsenio Fica había reemplazado a Tomás Ireland como Director (elegido) de la EII, y que Tomás junto con Enrique Kirberg habían sido elegidos Secretario General y Rector, respectivamente, de la UTE. Los grupos folklóricos Quilapayún e Inti-Illimani hacían furor en la renovada UTE. El Ballet Folklórico de la UTE era otro de los puntales culturales de la época. Luego de este intermedio dedicado al estudio, resulté elegido Director del Departamento (unificado, EII-ETI) de Química y a la partida de Arsenio Fica, quien fue nombrado Gerente General de ENAP, fui elegido Director de la Escuela de Ingenieros Industriales, el último director antes de la creación de la Facultad de Ingeniería en 1972. Al desaparecer las escuelas y formarse la Facultad de Ingeniería, fui elegido Decano.
La Facultad de Ingeniería de la UTE
Mi participación en los eventos posteriores fue directamente una consecuencia de la dirección que nos mostró Rubén Toro. Junto con Lautaro Guerra, Luis Villarroel (primer Secretario de la Facultad), Bernd Schultz, Alejandro Malla, Leonardo Kerner, entre otros, formamos la Facultad de Ingeniería partiendo de tres escuelas independientes (ETI, EII y la Escuela de Construcción Civil (ECC), que había sido creada pocos años antes). Considerando que entre Luis Villarroel y yo, representábamos la unión de la ETI con la EII, la valiosa colaboración del Director de la ECC, René Zorrilla, fue importantísima para crear una transición suave.
Pedro Iván Alvarez (actual Profesor de la USACH), Carlos de la Cruz, Patricio Herrera y el grupo de académicos argentinos fueron personas determinantes en los trabajos de la nueva Facultad. Creo que una de las acciones de mayor trascendencia académica de las escuelas ‘reformadas’ y de la nueva Facultad, fue la de producir ingenieros (de Ejecución y Civiles) que recibieran su título al momento de terminar sus estudios. En esta misma línea, fue importante regularizar la situación de título de los cientos de egresados que habían terminado todos sus cursos sin recibir su título de ingeniero por faltarles la ‘memoria de grado’.
Hoy día es quizás inconcebible que uno pudiera aprobar todos los cursos y no recibir el título de ingeniero, pero era así en el pasado. Uno debía presentar una memoria de título, preparada una vez que uno ya había egresado de la universidad, para poder llamarse ingeniero. Esto significaba que los egresados sin título no podían optar a cargos públicos, no recibían asignación de grado y no podían colegiarse como ingenieros. Esta era una pesadilla que podía acompañar a un individuo por el resto de su vida. Lo digo por experiencia, ya que trabajando con contrato de media jornada en la universidad y haciendo un trabajo conjunto con Horacio Correa, una de las situaciones óptimas imaginables, me tomo casi un año presentar la defensa de la memoria de título. Aquellos que trabajaban en la industria o viajaban a provincia, raramente se titulaban de ingeniero antes de diez años
Son muchos los recuerdos y es difícil organizarlos. Quiero terminar mencionando a los jóvenes que participaron activamente en los últimos años de la UTE. Entre los más destacados dirigentes estudiantiles de ese período recuerdo con afecto a Goyo Mimica, a quien conocí bien. Lo estimé mucho como líder estudiantil y mantuve contacto con él hasta que lo asesinaron en 1973. Osiel Núñez es otro dirigente estudiantil del tiempo de la creación de la Facultad que no puedo dejar de mencionar. La historia de la UTE para mí se interrumpe en el año 1973. A otros les toca recordar sus últimos días antes de dar nacimiento a la USACH.
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