domingo, 13 de julio de 2008

Lina Rivas y la verdadera historia del rescate del último discurso de Salvador Allende

Los revolucionarios no mentimos, ni engañamos, ni inventamos historias

Comentario de Lina Rivas Hanson
11 Julio, 2008

En los días que vivimos, nuevos vientos recorren América Latina y las grandes alamedas empiezan a abrirse en distintos rincones del continente. Nada que honre mejor el Centenario del Presidente Salvador Allende que la libertad conquistada y construida por un pueblo hermano.

En todo el Mundo, organizaciones populares asumen como propio el legado histórico del Compañero Presidente y lo incorporan a sus luchas.

En Chile todos, con nuestros mártires, con nuestros dolores y nuestros recuerdos, volvemos a repasar los hechos muchas veces fragmentados por el trauma que todavía hace carne en nosotros. Heridas aún abiertas por una falta de Justicia y una impunidad histórica sólo proporcional a la agresión de la que fuimos víctimas como pueblo y que todavía tiene a nuestra Historia plagada de vacíos por llenar y de cuentas políticas y morales por saldar.

¡Qué más duro y más conmovedor que la propia muerte del Presidente Allende !.

Por años susurramos detalles y versiones que nos estremecían. Por años hasta se llegó a juzgar “políticamente incorrecto y/o perjudicial”, el referirse a ciertos detalles que la Historia, poco a poco, inexorablemente, se ha encargado de ir dejando en su lugar sin que nada, absolutamente nada de lo humano y lo divino que tenemos los seres humanos, empañe la magnitud ni la estura moral del Presidente Allende. Todo lo contrario. La verdad sólo la acrecienta.

Junto con la Justicia – la de Verdad – y con esta, la superación del dolor, tenemos la responsabilidad de reconstruir la Historia – también la de Verdad - hasta en sus más mínimos detalles. Se lo debemos a los mártires, a los muertos, a los desaparecidos, a los torturados, a nosotros mismos, pero sobre todo, se lo debemos a las largas luchas de nuestro Pueblo que hicieron posible la Unidad Popular y la ascensión al poder de un luchador social como Salvador Allende.

También se lo debemos – y mucho - a los jóvenes y al futuro que con certeza histórica harán realidad las últimas palabras de Allende y abrirán, con esfuerzo y sacrificios las grandes alamedas para que pase el hombre libre.

Felicito al CIPER porque nada de lo que hagamos para que la Historia de los hechos sea completa y veraz puede ser juzgado como innecesario. Muchísimo menos debe servir para herirnos y lastimarnos producto de la impulsividad, dolores propios, inmadurez o desconocimiento. La historia de la Unidad Popular comenzó a escribirse con la vida de miles de personas que, como el Presidente Allende, ya cuentan con 100, 90, 80…años de vida.…

A esa estirpe de hombres y mujeres que entregaron décadas de su vida a la lucha y al sacrificio que hizo posible y real el sueño de la Unidad Popular, pertenecen Guillermo Ravest y Ligeia Balladares. Si, puede que algunos no lo sepan. Pero hay muchos otros que sí lo sabemos y lo vivimos.

Compartí con ellos algunos años de vida, estudio, trabajo y exilio en Moscú. Junto a otros jóvenes y a profesionales que cumplían distintas tareas en la Solidaridad, en Radio Moscú, en otros frentes…repasamos muchas veces distintos aspectos de los hechos que nos eran vitales y sentidos luego del golpe militar.

En repetidas ocasiones, nunca por boca de ellos pero sí de varios de sus colegas, escuché la histórica hazaña de los trabajadores de Radio Magallanes a quienes les tocó ser protagonistas de un hecho trascendente : transmitir en directo, grabar, multiplicar y salvar las últimas palabras, el legado histórico de Salvador Allende. Todos ellos, los periodistas, los trabajadores que estaban en la planta, los controladores,…una veintena de compañeros, supieron estar a la altura de las circunstancias y posibilitaron, con su valentía, que hoy tengamos ese documento histórico. Siempre se dijo en la crónica oral que escuchamos en Moscú, lo que con posterioridad leímos en el artículo de la revista Rocinante, en su número de abril de 2003.

¿ Cuánto de este episodio histórico le corresponde a Guillermo Ravest ?. En sus años de vida y de militancia política ejemplar, jamás supe que reclamara protagonismo alguno.

Más bien incluso en su artículo destaca la labor de todos los que estaban aquel día en la Radio Magallanes. Tampoco escuché, en la vida partidaria, que alguien lo señalara como ‘protagónico’ ni mucho menos. Todo lo contrario. El chino Ravest y la modestia siempre fueron juntos en boca de militantes y dirigentes.

Le vimos, a su regreso a Chile, en las duras situaciones que la consecuencia y la sana intransigencia conllevan. Y en esto – trayectoria y consecuencia - sí que pesan los años. Sobre este tema, Ravest sólo abrió la boca públicamente en el 2003 y, sencillamente, contó lo que pasó en la Radio Magallanes.

Conocí y traté menos a Hernán Barahona. Simpático, fiestero, estupendo sentido del humor, risa fácil, irreverente. En los tiempos que me tocó compartir con él, entre los años 1984 y 1989 - siempre en el ámbito social de manera ocasional y de entorno al trabajo político - tampoco le vi en poses de protagonismo alguno.

Presencié más de una vez conversaciones en las que, tratando el tema obligado del 11 de septiembre, nunca le escuché contar esa participación suya, a pesar de haberle escuchado relatar sus avatares del día 11. Definitivamente esto no es criterio de verdad, sin embargo es importante ir juntando las partes de la Historia para que, en algún momento, en la medida que sanen los dolores, se haga Justicia, no sólo a los asesinados, torturados, exiliados y lastimados, sino también a nosotros mismos. Igual que ha pasado con Allende : su historia, su vida y su muerte poco a poco ha ido quedando en su lugar y en el lugar que corresponde.

Salvadas las situaciones personales, en el máximo respeto a los protagonistas y sus familias — todas de muchas maneras afectadas duramente por la represión y merecedoras del mayor respeto — la pregunta importante que surge entonces es de mucho fondo: con mucha humildad y con la tranquilidad que da el saber que la Verdad siempre es cuestión de tiempo, es legítimo y hay que preguntar :

¿Por qué a un relato que muchos supimos y escuchamos muchas veces, en presencia de amigos y de altos dirigentes partidarios, le surge un otro relato “alternativo” – diferente al anterior - que nadie nunca desmintió ?.
No nos es dado comprender cuándo, cómo ni – sobre todo – por qué, atendiendo a qué, con qué propósito - se produjo tal “cambio”.

Es necesario que, “con serena firmeza y viril energía” como gustaba decir Allende, seamos capaces de aceptar que la mejor manera de ser revolucionario es ser Humano, Veraz, Honrado, Ético, Transparente. Aceptarnos con todo lo bueno y todo lo propio de lo humano, descartando para siempre de nuestras formas y usos las verdades hechas, las verdades inventadas, las verdades creadas por supuestos y harto discutibles “intereses superiores”. Los únicos intereses superiores son los del Pueblo y es el Pueblo – directamente él - el que los marca, los señala y los construye a través de sus luchas y sus experiencias.

“Revolución – nos enseña Fidel - es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”
(Plaza de la Revolución. 1º de Mayo, 2001)

Los revolucionarios no mentimos, los revolucionarios no engañamos, no inventamos historias, menos con lo que afecta la Historia y el destino de un Pueblo o lo relacionado a un luchador social que, como Compañero Presidente supo - pleno de conciencia y vida - dar la suya propia por Chile y su destino.

De la misma forma, los revolucionarios no ofendemos, ni usamos epítetos descalificadores para nuestra gente. Y menos para compañeros que por su vida y su historia son un ejemplo de humanidad y de calidad revolucionaria, aunque por las circunstancias de lo que ha pasado en nuestro país, en este momento actual no estemos todos en el mismo partido ni aceptemos todos a los mismos dirigentes.

No existe aparato político alguno capaz de imponer silencio ni mentiras.
Los revolucionarios somos pacientes y respetuosos porque la Verdad y la Historia caminan juntas y - más temprano que tarde - se imponen.

Un abrazo al “chino” Ravest y a la Ligeia Gracias por contarnos esa parte de la Historia que a ellos les tocó vivir y que también nos pertenece a todos.

A la familia de Hernán, sentidas condolencias por la pérdida del ser querido.

No son ellos los que tienen que explicar.

Lina Rivas Hanson.

2 de julio de 2008 13:51

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