jueves, 5 de agosto de 2010

DOS VISIONES SOBRE LOS QUILAPAYUN



SIEMPRE QUILAPAYÚN

La música del Quilapayún quedó para siempre grabada en la historia de nuestro país e innegablemente en la historia de las vidas de aquellos que tuvimos el honor de conocerlos desde sus comienzos. Los verdaderos cronistas de la época, jamás deberán dejar de mencionarlos. Los inicios del gran movimiento revolucionario chileno que culminaría con el triunfo de la Unidad Popular no estarían completamente descritos sin la mención del Quilapayún junto a otros grandes de la canción chilena, que fueron actores y protagonistas vivenciales de esta prolífera etapa de nuestra nación.

La efervescencia juvenil ansiosa de participar en los cambios que se avecinaban, dio paso al nacimiento de las famosas Peñas Folklóricas que se realizaban en las sedes sindicales y en los recintos universitarios, sobre todo en las aulas comprometidas de la legendaria Universidad Técnica del Estado y desde allí sus canciones militantes y llenas de poesía y compromiso gritaron el vamos a la Reforma Universitaria, a las tomas de terrenos y al derecho inalienable de los pobres de luchar por adquirir un techo donde vivir, por la redistribución de la tierra con la Reforma Agraria, por la nacionalización del cobre y de todas nuestras riquezas básicas y tantos otros verdaderos hitos en el más grande proceso de cambios.

Con el golpe de estado y el vil asesinato de Víctor Jara, los militares golpistas chilenos, creyeron que estaban matando la raíz misma de esta música trascendente e inmortal. Ilusos ellos, al igual que sucediera con el imperecedero García Lorca asesinado por los esbirros de Franco, Víctor Jara y su semilla poética y revolucionaria crece hasta en los barrizales.



El Quilapayún es el más bello ejemplo de la mixtura perfecta entre ese pasado glorioso y doloroso con el presente confiado, erguido y renovado, con ese futuro refulgente, lleno de esa confianza que posee la sabia joven de la generación presente.

Gracias Quilapayún por la memoria que llevan cinceladas, sus instrumentos, sus voces. Gracias por enseñarnos esos nuevos acordes salpicados por la influencia de la Europa milenaria llenos de innovación y de otras utopías bordadas.

El concierto del viernes fue prodigioso en añoranzas, saludos, recuerdos, dolor, poesía, canto, juventud, respeto. Fue una noche de amor, de esperanza, fue una noche mágica.

Viernes, 30 de Julio del 2010
IRIS ACEITON





Gira «Que 45 años no es nada»
Dos Quilapayún ¿y a quién le importa?

El pasado viernes 30 de julio se presentó en el Teatro Caupolicán, el Quilapayún – Parada/Wang festejando el 45 aniversario del grupo entre amigos y en medio de la polémica sobre la utilización del nombre que parece no importarle a nadie.

01/08/2010

El concierto de Quilapayún – Parada/Wang estuvo precedido por una serie de declaraciones y contradeclaraciones en los medios locales por parte de las distintas facciones haciendo valer su derecho de utilizar el nombre, y de porqué la otra facción no podría llamarse así. Todo un montón de declaraciones que no llegan precisamente a las personas que van a los recitales, porque el día de ayer entre varios de los asistentes se pudo percibir un fuerte desconocimiento en relación a los choques, divisiones, quien integraba que grupo, etc..Lo que el público iba a presenciar era un concierto de celebración del conjunto Quilapayún por sus 45 años, sabía que había dos grupos con el mismo nombre, pero no tenían claro a cuál habían ido a ver.

Con un teatro casi lleno se dio inicio cerca de las 21.15 horas al concierto con una interpretación a dos pianos de variaciones sobre el pueblo unido, un inicio similar al que vimos el año 2006 en la Gira Aquí estamos. Fue una primera parte que se caracterizó por un buen sonido, por un buen manejo de la iluminación y con un repertorio que marcaba la inspiración dentro del proceso de respiración que se vivió toda la noche. Fue así como después de las variaciones al Pueblo unido Rodolfo Parada leyó una serie de versos en décimas dando la bienvenida al concierto, hablando sobre la historia de la agrupación, y homenajeando la imagen del recientemente fallecido dirigente del partido comunista chileno Luis Corvalán, e interpretando los temas Plegaria a un labrador y Soy del Pueblo, para dar paso a una serie de interpretaciones que no son las mas conocidas por el público, y en el cual esta agrupación propuso el espacio para que el se escuchara el mensaje de las canciones, la belleza de las interpretaciones musicales, una propuesta en que no se buscaba precisamente involucrar al público en el canto. Estas canciones fueron Por ellos canto de Daniel Viglietti, el instrumental Temporía, Santiago 1945 (dedicada a Ramona Parra), Según el favor del viento tomada de la obra Suite para Violeta de Patricio Wang y Winanda del Sur, Creer es ver, El pimiento y Fuerzas Naturales.

Después de está serie de interpretaciones, en donde el público escuchaba respetuosamente y se contenía en querer participar mas, vino el principio de la espiración con temas históricos dentro de la discografía del grupo como son El tururururú tomada de la versión del disco X Vietnam, Duerme Negrito, Porque los pobres no tienen y Canto a la pampa, esta última canción en la voz solista de Patricio Castillo que marcó el fin de la primera parte y donde se vivió uno de los puntos altos de la noche, una interpretación que emocionó entregada por el solista con todos sus recursos y experiencia sobre el escenario, que fue premiada con una de las ovaciones mas grandes de toda la noche.

La segunda parte del concierto estuvo marcada por la presencia de todos los invitados sobre el escenario los que fueron llamados por Rodolfo Parada uno a uno, mientras iban ocupando unas sillas dispuestos para ellos en los costados del escenario. En esta parte Rodolfo Parada leyó una declaración en donde narraba la historia del conjunto de los 8 años que vivieron en Chile, para posteriormente iniciar una carrera que ha sido vivida principalmente desde Francia, se recordó a los inspiradores del conjunto como los poetas chilenos Gabriela Mistral, Pablo Neruda, a la creadora nacional Violeta Parra; a los músicos Sergio Ortega, Luis Advis, Gustavo Becerra; al artista Roberto Matta, y a los integrantes que han pasado por la agrupación “a pesar de las diferencias: Eduardo Carrasco, Carlos Quezada, Hernán Gómez, y a aquellos integrantes que se formaron en la escuela que hicimos a comienzos de los 70” según las palabras de Parada.

El primero de los invitados fue el grupo Illapu con el cual interpretaron el tema Chacarilla, posteriormente junto a Soledad Domínguez se interpretó como estreno en Chile el arreglo que fue grabado originalmente por Quilapayún en el disco La Revolución y las Estrellas de El Gavilán de Violeta Parra.

A continuación mostró su arte sobre el escenario Francisco Villa, y después vino la participación de Napalé junto al Quilapayún interpretando el tema Es el colmo que no dejen entrar a la Chabela uno de las obras mas interesantes desarrolladas por el conjunto en la década de los 80 y que no había sido interpretada en Chile desde aquellos conciertos del año 1989 que marcaron el fin del exilio para el grupo chileno.

Posteriormente vino la participación de Vasti Michel interpretando un tema propio en voz y bombo, el grupo Newen junto a Quilapayún en el tema Las Obreras, el grupo Crisálida junto a Quilapayún en un arreglo entre blues y tonada del tema Alharaca, y finalmente Los Jaivas junto a Quilapayún, principalmente junto a Patricio Castillo a quien Mario Mutis alabó públicamente, en el tema Aconcagua grabado por los Jaivas junto a Patricio Castillo en el disco homónimo.

Después de estas visitas el conjunto quedó solo sobre el escenario para interpretar La Muralla, Vamos Mujer que contó con el relato de la actriz Silvia Santelices, Allende junto al bandoneón de Jorge Prado, La Batea con un nuevo texto, y cerrando con El Pueblo Unido junto a la mayoría de los invitados sobre el escenario.

Esta segunda parte fue realmente una fiesta tanto para los músicos, como para el público que asistió al recital, dejando a todos los concurrentes con una satisfacción sobre el espectáculo presenciado, en donde la música chilena vivió una fiesta que valió la pena disfrutar.

Fue un buen espectáculo, con un desarrollo acorde para las casi sus 3 horas de duración, y en donde los músicos como el público pudieron disfrutar de buena música en esta fría noche de Invierno.

Víctor Tapia
Periodista

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