lunes, 30 de marzo de 2015



                                      SE CUMPLEN TREINTA AÑOS
Cuelgo el teléfono y me quedo con la frágil voz de mi amiga Juana Guerrero, tañendo como campanas del tiempo  en mis  oídos. Evoco esa Juventud dorada  coloreada de ideales y compromisos  que compartimos. Nos conocimos cuando éramos tan jóvenes  y  felices…Allá en la legendaria Universidad Técnica del Estado (UTE), en el Instituto Pedagógico. Compañeras de carrera,  militancia, amoríos,  locuras juveniles, sueños y desdichas…
Conozco a tu madre,  tu padre escritor y poeta. Tus hermanas menores, tus hermanos Máximo y Manuel. Veo a Manuel recorriendo los pasillos de la UTE, nos visitaba a menudo como encargado nacional de los Trabajos Voluntarios de la JOTA. Hermoso como un trovador del romanticismo español, con su tez clara, ojos grandes trigueños, de mirada limpia y cristalina,  enmarcada por rizos castaños. Hidalgoy formal, nunca  reaccionó  ante mis tímidos e infructuosos coqueteos.
Me entero  por la radio del secuestro de Manuel,  junto a José Manuel Parada, desde la puerta del Colegio Latinoamericano de Integración, donde Manuel ejercía como inspector y, su adolescente Manuelito era alumno. También por la radio Cooperativa conozco los detalles del secuestro, con apoyo aéreo y terrestre para facilitar y llevar a un exitoso final la infame operación. La corajuda y suicida acción del profesor Leopoldo Muñoz que trata de salir en su defensa y es baleado casi mortalmente. La noche anterior había sido  detenido Santiago Nattino, pintor y publicista, también militante del PC.
Por la televisión, en un terreno baldío de Quilicura, camino al aeropuerto, entre un grupo de periodistas y fotógrafos te veo Juany, amiga mía. Demudada, como autómata  caminas hacia el gentío que rodea los tres cuerpos encontrados. Aún conservas la secreta esperanza que no sea Manuel el que se encuentre entre ellos…
El Instituto Médico Legal está rodeado por numerosas personas; dirigentes políticos, gremiales, familiares, amigos a la espera de la identificación  de los cuerpos. El nombre de Manuel Guerrero Ceballos es seguido por tu grito desgarrador  e impotente… Tu hermano Manuel ha sido atrozmente asesinado junto a sus dos camaradas por los servicios secretos de la dictadura militar. Después, junto a tu hermano Máximo, te correspondió la cruel e inolvidable misión de  reconocer su cuerpo… Torturado, masacrado, degollado…
En el sencillo local de la Asociación Gremial de Profesores de Chile (AGECH), velan sus restos, acordonado  por efectivos militares armados e infiltrados provocadores de civil. Una muchedumbre  doliente y sedienta de justicia te acompaña,  a tus desconsolados padres,  tus hermanos. Me cuesta trabajo llegar hasta ti. Lloramos mucho rato, juntas,  en un prolongado abrazo, quizás añorando esos imborrables años en que éramos tan jóvenes y felices…
Y hoy 28 de Marzo, me dices por teléfono que tu salud está quebrantada, que te hace mucho daño asistir a los actos que conmemoran los tres asesinatos. Que vendrás a mi departamento la próxima semana, para recordar, para reír y llorar, para reafirmar nuestra amistad y decirnos una vez más  que nos queremos tanto…
Voy  junto a Giorgio a la velatón que se realiza todos los años en la calle Los Leones con El Vergel en la comuna de Providencia, aquí funcionaba el colegio donde fueron secuestrados Manuel y José Manuel, hacen ya treinta años. Un gran escenario violeta con reflectores que se proyectan sobre la calzada sembrada de niños que pintan. El maestro de ceremonia es el sociólogo Manuel Guerrero Antequera, primogénito de Manuel, aquel visionario adolescente de catorce años que en el 1985, llamaba a deponer los desencuentros, a la unidad de todas las fuerzas que luchaban contra los horrores de la dictadura, para de una vez derrotar la cultura del odio y la muerte que imperaba y que le  había arrebatado  artera y tempranamente a su  padre.
Una heterogénea muchedumbre compuesta de mujeres, hombres y mayoritariamente  jóvenes cubre  gran parte de la calle El Vergel. Por los Leones, un centenar de velas encendidas   alumbran el recuerdo del sacrificio de tres vidas, tres de las millares de vidas humanas  inmoladas  en el nombre de la manoseada  y todavía no alcanzadalibertad.
IRIS ACEITON V.

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