EMOCIONANTE, VIBRANTE FUE EL LANZAMIENTO DEL LIBRO DE ALBERTO RIOS PONCE(QEPD), "LOS HIJOS DE LA UTE" AYER EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO, ORGANIZADA POR LA EDITORIAL DE LA USACH Y LA CORPORACION SOLIDARIA UTE USACH.
EL LIBRO,FUE PRESENTADO POR FEDORA DEMSKY, DIRIGENTA ESTUDIANTIL DE LOS AÑOS 70, POR EDUARDO VERDUGO, DIRIGENTE ESTUDIANTIL DEL 66 AL 71, Y POR ALEJANDRO YAÑEZ, EX PRESIDENTE POR VARIOS PERIODOS DE LA FEUT ( FEDERACION DE ESSTUDIANTES DE UTE)
CONDUCIDO POR EL DIRECTOR DE LA EDITORIAL DE LA USACH LUIS FIGUEROA, SE COMENTARON FUNDAMENTALMENTE TROZOS DE LA VIDA DE ALBERTO RIOS, EN SU PASO POR LA UNIVERSIDAD DESTACANDO, SU ENORME CAPACIDAD DE LIDERAZGO, SU CONSTANTE ENTREGA A LA FORMACION DE DIRIGENTES, SU GRAN APORTE A LA CONSOLIDACION DE UN MOVIMIENTO ESTUDIANTIL SERIO Y RESPONSABLE.,ARTIFICE DEL PROCESO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA EN LA UTE Y SOBRE TODO SE DESTACARON SUS CAPACIDADES HUMANAS DE SER UN AMIGO SIEMPRE DISPUESTO, AYUDAR., EDUCAR, PREPARAR
PARA MUESTRA UN BOTON
PALABRAS
DE PRESENTACION DEL LIBRO POSTUMO DE ALBERTO RIOS PONCE “LOS HIJOS DE LA UTE”
FERIA
INTERNACIONAL DEL LIBRO DE SANTIAGO
DOMINGO
25 DE OCTUBRE 2015
LUIS EDUARDO VERDUGO REYES
Siempre me ha complicado este pasaje de los
vocativos, uno nunca sabe si están los que debieran y se corre el riesgo de no
mencionar a más de alguno, por lo que ruego me disculpen pero en esta
oportunidad solo diré muy buenas tardes a todas las autoridades presentes que
hoy nos acompañan y un hola como están a todos mis hermanos de la vieja
generación de la Universidad Técnica del Estado.
Se me ha conferido el honor, inmerecido a mi
juicio, de presentar, junto a aquellos que me han precedido, la obra póstuma de nuestro entrañable amigo, camarada de la Jota y compañero de ruta en la FEUT en aquellos años
gloriosos de la lucha por la Reforma universitaria de nuestra Casa de
Estudios. Me han de disculpar, sin embargo, los eruditos en el tema de presentar un libro,
pero hoy no me voy a referir al Libro de Alberto; los que quieran saber de él,
que lo compren, se lo consigan lo pidan prestado o lo bajen del ciber espacio.
Esta tarde yo estimo pertinente referirme
a su autor, a Alberto Ríos Ponc a quien conocí cercanamente en una etapa
de su vida.
¿Quién fue Alberto?, perdón ¿Quién es
Alberto?
Un ser humano, un humanista a carta cabal.
Dentro de esa caparazón fría de intelectual marxista, se podía encontrar a una
persona que vibraba con los sueños de todo joven revolucionario de esa época,
capaz de expresar una crítica demoledora con argumentos y sólidas bases pero
al mismo tiempo entregar una enseñanza
para corregir los errores cometidos y que permitiera el crecimiento personal
del criticado.
Su irreverencia era proverbial me es grato
recordar sus conversaciones, con Gladys Marín
cuando ella, con la confianza ciega que nos
tenía “a los muchachos de la UTE”
nos encomendaba organizar alguna
recepción para delegaciones extranjeras a nuestro País. En una oportunidad nos
pidió a Alberto y a mí, que al margen de nuestras tareas en la Feut,
preparáramos algo dentro de la Universidad para confraternizar con una
delegación del Komsomol soviético de visita en Chile. Alberto, conocedor de lo
poco juvenil que resultaban ser esas delegaciones le señaló a la secretaria de
la Jota:
“Oye Gladys, a mi me da vergüenza
presentarles a nuestros estudiantes a
estos “jóvenes soviéticos”. El más joven de esa delegación con suerte no baja
de los 45 años”. Llévalos a la Chile mejor”. Nuestra Secretaria, que lo conocía
perfectamente, ni pestañeó. Y finalmente
el pato de la boda lo pagó quien les habla;
dos días después y sin derecho a pataleo iba con la delegación de
jóvenes soviéticos de la “tercera edad”
por una semana a la capital penquista.
En estos últimos años disfruté intensamente de sus disquisiciones teóricas,
medio en serio medio en broma, acerca de qué hacer con aquellos políticos que
hablan mucho y hacen poco, y que no saben leer lo que la gente de hoy le pide a
la política. Con ácida ironía me planteaba su teoría, profunda y seriamente
estudiada del que hacer:
“Mira Gordo, habría que buscar una isla
solitaria, aislada por allá en el Sur, lo más austral posible y llevarlos a
todos, sin importar el color político, mantenerles una dieta y que pasen todo
el día discutiendo sus teorías en abstracto, que arreglen el mundo a su pinta, que no gue………….a nadie y nos
dejen al resto vivir en paz para anarnos el pan de cada día como el común de
los mortales” Así es Alberto.
No tiene el defecto de la vanidad, este libro
es prueba de ello. Teniendo material personal de sobra para una soberbia obra
autobiográfica, prefirió el trabajo de creación colectiva. Hacer que los demás
aportaran lo suyo, que cada cual, desde su propia experiencia personal relatara
los acontecimientos en los que le hubiera tocado participar. Su sueño era que
toda la rica experiencia acumulada por el movimiento estudiantil en aquellos
años de lucha señera, pudiera servir para aportar a las luchas de hoy. En el
libro se destaca una y otra vez su concepción de un movimiento estudiantil que
lucha y crea, que construye más que destruye. Recientes episodios ocurridos en
nuestra Universidad, nos traen a la
memoria la rigurosidad con que nosotros los dirigentes de la época cautelábamos
los bienes materiales que transitoriamente quedaban a nuestro cargo en las
numerosas tomas de la época.
La reiteración casi obsesiva en su libro, de
que nuestra experiencia fue lo suficientemente rica para ser extrapolada a los
días de hoy, es una clara muestra de su permanente preocupación por algunas de
las características actuales del
movimiento estudiantil, su conducción maximalista y la falta de propuestas
racionales y sensatas. La imposición cuasi delictual de grupos minoritarios, de
la violencia en las manifestaciones masivas solo dan municiones a todos aquellos que no desean ningún tipo de
cambio en el Chile de hoy…
Los hijos de la UTE jamás permitimos
vandalismos en las calles; los encapuchados de siempre fueron
permanentemente controlados y nunca
permitimos que el sello de nuestras movilizaciones fuera la destrucción, ni dentro ni fuera de
la Universidad.
En sus discursos, observamos otra preocupación permanente de Alberto, lo
destacaron así en su oportunidad el Rector Kirberg y el propio Presidente
Allende, siempre se refiere a la identificación con las metas de la Patria,
del compromiso con un futuro mejor que debe tener todo movimiento estudiantil
maduro y responsable. En aquellos años históricos, siendo testigo de la preparación de los
borradores para sus intervenciones públicas, estando en las oficinas de la FEUT, nos pidió
opiniones y más de alguna vez nos dijo:
“Debemos invertir más esfuerzos en la
preparación de nuestros dirigentes, ellos deben tener la vena de agitadores de
masas, pero a la vez dominar una serie de aspectos intelectuales de la lucha,
ser guías y profesores del movimiento. No basta gritar más fuerte, sino hacerlo
más claro. Que nuestros compañeros vean en sus dirigentes jóvenes igual que
ellos pero honestos y dignos de pedir el voto y su confianza”. También eso está
reflejado en más de un pasaje del libro.
Quisiera referirme a otro aspecto resaltante
de la personalidad de nuestro amigo: su
honestidad. A quien pudiera caberle duda alguna sobre su honestidad personal y gremial.
Cuando la fórmula que integrábamos ganó la
FEUT, en aquellos años ya tan lejanos, conversando a como se debía organizar el trabajo al frente de la
organización estudiantil gigantesca que era nuestra Federación de Estudiantes,
me planteó más o menos lo siguiente:
“Oye gordo, (no sé porque era recurrente en
él llamarme de esa forma, seguramente sería por mi estética corporal) no te
imagino como un cuenta billetes, o el pagador de la Feut, tu eres un dirigente
nacional, debes preocuparte del manejo de los fondos de la organización, que
nadie tengan ni el más mínimo argumento de reproche por el citado manejo, pero
por sobre todo debes a aportar a la construcción de este movimiento estudiantil
de nuevo tipo, que lucha, que construye, que ama, que se divierte, para eso
estamos acá, debemos ser un ejemplo en forma permanente”.
Esta conversación me marcó fuertemente. En
ese momento asumí en toda su dimensión
la responsabilidad que había adquirido. Espero haber estado a la altura de la confianza que
en este aspecto siempre me tuvo. Cuando el Presidente Allende nos pidió que administráramos los cuantiosos
fondos para la construcción de las 100
plazas de juegos infantiles en Santiago tarea planteada en
el programa de gobierno, me leyó la cartilla claramente:
“Este dinero debe cuidarse escudo a escudo,
es mucha la responsabilidad y la confianza que se ha depositado principalmente
en nosotros dos, hay que ir con pie de plomo, la tentación es mucha; por mis
responsabilidades como Presidente no podré estar siempre al tanto, tienes toda
mi confianza Gordo (otra vez). Te dejaré
firmada chequeras completas para que tú hagas los pagos correspondientes” Cuando los fascistas dieron vuelta las
oficinas de la Feut, nunca tuvieron
motivos para tocar su puerta o la mía como ladrones de dineros públicos.
Cuando hoy se habla de vocación de servicio
público y se consideran los sueldos como reguleques, cuando se piden y se
reciben dineros de manos de aquellos que se hicieron millonarios con la
desgracia de nuestro pueblo, que magnífico ha de ser que en ninguna de las estaciones que pases en
el largo viaje que acabas de emprender haya quien te pueda señalar con el dedo
acusador de la deshonestidad.
Poder transitar con la frente tan en alto,
hoy en día solo unos pocos lo pueden hacer. Tun eres uno de ellos.
Queridos amigos, ese es Alberto Ríos, humano,
leal, honesto, consecuente. Para mí y creo, sin temor a equivocarme, para
muchos que hoy están acá presente, le conocí comunista, trabajé a su lado como
camarada y le despedí en este tu último viaje., como comunista. Que ya no
tuvieras el carnet del Partido en tu mano no tiene importancia porque sigues
teniendo el rojo corazón como credencial.
Se podrían decir muchas más cosas de él, también
tenía su carácter el muchacho, pero habrá otras ocasiones en que podamos
conversar coloquialmente más in extenso, material para eso hay de sobra. Tu
libro es un ejemplo.
Antes de terminar deseo
manifestar un viejo y manido pensamiento pero que no por usado es menos
cierto: Nadie está realmente muerto mientras haya alguien que lo recuerde y
puchas que hay compañeros que te recuerdan.
Finalmente dire en honor al libro que
supuestamente comentamos hoy, al terminar de leerlo cerré los ojos y una imagen
se dibujó nítidamente en mi mente:
No te vi sentado en tu silla de ruedas, no, estabas
firmemente de pie, teniendo como bandera de lucha, tu lucha póstuma, un ejemplar de tu libro y con clara y firme
voz nos llamabas a seguir en la brega, a no claudicar, a plasmar en letras de
molde toda la experiencia acumulada en aquellos años gloriosos para traspasarla
a las nuevas generaciones. No es tarde compañeros, pese a nuestras canas aún
podemos hacer más de algo, estamos en el umbral de grandes cambios y aún
podemos aportar a ellos.
En los últimos mail que intercambiamos con
Alberto, una frase se cruzó más de una vez entre nosotros, ante su visión de
las grandes cosas que fuimos capaces de hacer, le manifesté, camarada, solo
fuimos jóvenes que teníamos conciencia de lo que debíamos hacer y lo hicimos, ni más ni menos.
Cuando la bruma de los años acorta la visión
y confunde la memoria, leamos este libro una y otra vez, aquí está parte de
nuestras vidas, está descrita la obra que ayudamos a construir, hicimos
historia. Alberto pulió un espejo para
que nosotros nos miráramos en él y viéramos que no transitamos por los pasillos
viejos de la EAO, o las nuevas instalaciones del Campus universitario
inútilmente.
Como si esto no fuera suficiente, nos dejó un
huerto de olivos. Dediquémosle algún momento de nuestras vidas y en el futuro
cuando estén maduros, sentémonos a su sombra
y estoy seguro que si tocamos suavemente su tronco sentiremos palpitar
el corazón incorrupto del gran dirigente estudiantil que fue.
Muchas gracias una vez más, por haberme dado
la oportunidad para rendir un modesto homenaje a mi amigo y camarada Alberto
Ríos Ponce.
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