Tenía
tan mala memoria que,
Se le
olvidó que tenía tan
Mala
memoria y,
De
repente se acordó de todo…
La Selva
que una vez más nos regala su Dieciocho
Grande. La vieja casona que como una cálida matriarca de brazos extendidos y
corazón palpitante, nos abre sus puertas. Generosa y cálida, discreta y cómplice, a nosotros, a sus hijas e hijos pródigos; ávidos de amor y
amistad.
Y… De
repente olvidamos que tenemos mala memoria y… de repente, con el júbilo mezclado
con la congoja; lo recordamos todo, o mejor dicho, casi todo…
Y en la
Selva de Osiel recordamos que una vez,
no hace tanto, fuimos jóvenes y felices. Y que, de tanto trepar hasta el cielo, nuestros
rostros y manos se bañaron de
estrellas…
El sábado 8 de marzo, la Selva estaba bordada
de astros titilantes y fulgurantes cometas. Un haz de luz resplandeciente se llamó Héctor Herrera. Venía de la mano de su luminaria
Beatrice, desde una lejana constelación, por allá desde la antigua y lejana
Europa. Y de sopetón nos recordamos de ti, nuestro amado Víctor. Víctor Jara y
tu amor por tu raza, por tu clase marginada. Víctor Jara y tus poemas y tu
canto. Héctor Herrera con su luz diáfana, te distinguió entre los otros amortajados. Eran niños,
jóvenes, mujeres, ancianos; todos aniquilados por la misma mano perturbada y
asesina. Estabas con tus hermosos ojos abiertos como para no olvidar el rostro
de tus verdugos, con tu espalda perforada y tus manos reventadas. Héctor no
quiso que fueras un desaparecido más y desafiando al miedo y a la muerte, junto a Joan te acostaron por fin en una cama
de tierra.
Y en la
Selva de Osiel recordamos que una vez
compartimos los mismos sueños, que raptamos la luna para alumbrar el camino y,
adueñándonos del sol, dispersamos
sus rayos para irradiar su calor.
La
Luisa Stagno con su amigo Renzo Sánchez
cuchichean entre los árboles. Alberto Ríos le habla de la importancia de
la Reforma Universitaria a un conjunto
de centellas. Sergio Moris, perfuma el cielo entero con su humeante parrilla.
Alvar Herrera, entre las nubes busca el
blanco perfecto con su máquina fotográfica para inmortalizar la fiesta.
Y
nosotros, los de la mala memoria –– Aquí estamos, en la Selva de Osiel –– Abrazándonos
–– Riendo –– Bailando –– Queriéndonos –– Nosotros, los que
de repente nos acordamos de todo ––
Nosotros, los que felizmente se
nos olvidó, olvidar…
IRIS ACEITON
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