¡QUE NO SE NOS QUEME EL ALMA!
Nos enseñaron que
los pecados con los que nacimos teníamos que exorcizarlos practicando los “buenos mandamientos”, de lo
contrario, nos consumiríamos en el “infierno”. Y el infierno que inventaron lo
simbolizaron con el fuego, con sus
llamaradas majestuosas, lenguas ardientes, con sus brazas rechinantes e inmortales.
Nuestro querido
Chile está abrazado por el fuego que arrasa y barre con la naturaleza, con el a veces mal llamado progreso, con las vidas de animales y seres
humanos. ¿Castigo de Dios? Por insistir en despenalizar el aborto dijo “una” por allí. La
Bachelet reaccionó tardíamente y tiene la culpa aseveró “otro”, de pelo
tan rojo como sus pocas neuronas
incendiadas por la falta de sensibilidad e
inteligencia. Los mapuches desde siempre y ahora también los migrantes,
son acusados de cualquier crimen, no trepidan en falsear y preparar estudiados
montajes para conseguir sus perversos réditos.
Mientras el “no candidato”, se mueve estratégicamente para sublevar a
sus comparsas en contra del debilitado
gobierno y de esta innoble manera obtener miserables dividendos políticos; sin
aflojar ni una sola miserable moneda de su inconmensurable patrimonio personal,
en pos de las miles de víctimas de esta interminable tragedia.
No puedo dejar de pensar con horror en la muerte de Rodrigo Rojas de Negri y en la sobreviviente Carmen
Gloria Quintana, quemados vivos por la mano desquiciada de una dictadura
siniestra y, cuyos autores materiales
viven en la más infamante impunidad. La perversidad de los incendiarios aún no tiene castigo. Y hay algunos que piden
perdón para sus crímenes y de los cuales nunca se han arrepentido.
El ser humano se
reivindica cuando dos bomberos mueren por salvar la vida de otros.
Cuando dos carabineros también pierden las suyas, cumpliendo con el juramento
de su Institución. Cuando miles de anónimos chilenos luchan contra las llamas y
socorren a las víctimas. Cuando la ayuda internacional se materializa con
brigadistas, aviones y otros vitales elementos.
Con mi humilde pluma y desde la terraza del 19
piso de mi departamento de San Miguel, con la majestuosa cordillera camuflada y
perdida entre la bruma y la ceniza;
ruego a los cielos porque este incendio
pronto llegue a su fin. Pido arresten y reciban
la atención médica necesaria los
pirómanos, si es que los hay. Pero, también que detengan y después de un juicio justo, pido castigo a los incendiarios,
a los que se les quemó el alma y que tienen
a mi querido Chile, sumido en este perpetuo infierno.
IRIS ACEITON VENEGAS
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