martes, 29 de mayo de 2007

VICTOR DIAZ, PRESIDENTE FEUT 70, ESTUVO EN ACTO DE CONCEPCION


Estimados Ricardo Wenger, Rodrigo Cerda y todos los otros queridos compañeros de la UTE penquista...

Lo de Concepción fué un gran encuentro y su recuerdo quedó definitivamente grabado en mi corazón.

Yo había preparado unas palabras de homenaje, pero la lista de participantes en la tribuna era, como recordamos, larga.

Así todo, fueron intervenciones muy cálidas y emocionantes.

Deseo, en todo caso hacerles partícipes de lo que escribí y tal como se propone pudieran incluirse en el blog, si a ustedes les parecen pertinentes.
Un gran abrazo a todos

Víctor Díaz F. ( Presidente FEUT-70 )


Queridos amigos y compañeros de preocupaciones fundamentales desde hace ya más de tres décadas :

Hemos llegado hasta aquí, esta mañana del 13 de abril del 2007, para rendir un homenaje a nuestros queridos...

- Fernando Moscoso
- Héctor Lepe
- Gabriel Riveros
- Pedro Orella
- Alejandro Rodríguez

- José Constanzo

Ellos fueron distinguidos luchadores, consecuentes luchadores sociales. Estaban convencidos de la absoluta necesidad del aporte de cada uno al esfuerzo colectivo para cambiar la sociedad y llevarla a un nivel superior de justicia, fundamentalmente en beneficio para la inmensa mayoría de aquellos días y que también es mayoría en estos días actuales, en que nosotros nos reunimos para rendirles este sentido homenaje. Ellos cayeron en momentos cruciales de aquella confrontación que tuvo lugar en nuestro país a partir del año 1973.


Hemos venido desde distintas ciudades de Chile y algunos llegamos desde algún otro país, para unirnos a esta ceremonia de recuerdo hacia quienes fueron nuestros compañeros, nuestros hermanos, con quienes mirábamos hacia el futuro con una mirada limpia y encendida de profundas esperanzas en un futuro mejor para nuestro país y nuestro pueblo.

Hoy, luego de más de tres décadas, cuando la vida nos ha llevado por caminos insospechados y queremos hacer una reflexión de cara a nuestros compañeros caídos en la lucha, podemos afirmar que aquella lucha fue justa y que hoy sigue siéndolo frente a una profunda agudización de las contradicciones sociales que la motivaron.

Hoy, en medio de guerras y amenazas de más guerras, el mundo en que vivimos es cada día más injusto y desigual.
Si damos una mirada a algunas cifras señaladas en informes de organismos internacionales sentiremos el estremecimiento de lo inaceptable.

Se invierten anualmente en gastos militares más de un millón de millones de dólares y mueren cada año 11 millones de niños de enfermedades que se pueden prevenir o curar.

Se consume otro millón de millones de dólares en publicidad comercial, mientras 860 millones de seres humanos en el mundo no saben leer ni escribir.

Los países ricos destinan 17 mil millones de dólares todos los años para alimentos de animales domésticos y más de 800 millones de personas van a dormir todos los días con hambre.

Los países de América Latina forman cada año un millón 200 mil graduados universitarios con un costo de no menos de 20 mil dólares cada uno y el 20 %, de los más destacados, 240 mil, son robados para ir a trabajar o investigar en los países ricos, ofreciéndoseles condiciones que las naciones latinoamericanas no les pueden garantizar y sin que reciban indemnización alguna.

Los combustibles fósiles se agotan. Las reservas probadas y probables de petróleo y gas crecen menos que el consumo. Las sociedades ricas no han sido capaces de emprender radicales y profundos programas de ahorro de energía que permitan ganar el tiempo necesario para desarrollar nuevas tecnologías.

El medio ambiente se deteriora como consecuencia de una sociedad irracional que estimula un consumismo extremo que han impuesto los países ricos para ellos, y para nosotros.

Miles de millones de personas son empujadas al desempleo, a la pobreza, al hambre y a las enfermedades. Una nueva categoría, la de sobrantes humanos, ha sido creada por el neoliberalismo.

Una verdadera dictadura mundial se quiere imponer mediante la guerra y el poder económico, pretendiendo desfigurar la realidad con un discurso intolerante y engañoso.

La democracia y los derechos humanos, convertidos más en pretextos que en objetivos, no pueden existir en un mundo cada vez más desigual, donde esas palabras no alcanzan siquiera a ser leídas ni comprendidas por miles de millones de personas.

Los conceptos de soberanía limitada, intervención humanitaria, guerra preventiva y cambio de régimen, son fascistas; no son teorías modernas para defender la libertad y combatir el terrorismo. La "seguridad humana" y la "responsabilidad de proteger" son conceptos que esconden la intención de violar la soberanía y mutilar la independencia, claro está, de los países pobres, nunca de los poderosos.

La pobreza, en este mundo de economía globalizada, es consecuencia de siglos de colonialismo y neocolonialismo y de un orden económico internacional injusto y criminal. Más privatización, más desregulación, más libre comercio equivale a más desigualdad, más pobreza, más marginación.

El terrorismo es consecuencia de la injusticia, de la falta de educación y de cultura, de la pobreza y las desigualdades, de la humillación sufrida por naciones enteras, de la prepotencia, del abuso y los crímenes. No es consecuencia de ideologías radicales que deban ser barridas con bombas y misiles.

La hipocresía y los dobles raseros no se esconden en el discurso de los poderosos.

La potencia hegemónica exige que los autores de crímenes en cualquier parte del planeta deban ser juzgados e incluso extraditados a los Estados Unidos; y por otra parte los militares norteamericanos, por iguales o peores crímenes, han de tener inmunidad, o no hay créditos ni ayudas económicas.

Se levantan muros en las fronteras y se crean policías antiinmigrantes pero no para científicos, médicos, enfermeras, informáticos y otros profesionales y técnicos de alta calificación.

Las potencias dominantes proclaman el libre comercio, pero consideran imprescindible gastar casi mil millones de dólares diarios en subsidios agrícolas, 3 veces lo que destinan como ayuda al desarrollo.
Las minas antipersonales tienen que ser eliminadas; las armas químicas y las nucleares no; nadie más puede poseerlas, lo ordena el único país que ha empleado las dos, contra la población civil.

Este es el mundo que nos ha regalado el Consenso de Washington. Este es el mundo que nos ha regalado el neoliberalismo. Es necesario, urgente y posible otro mundo y no hacen falta guerras para conquistarlo. Si tomamos conciencia, si nos unimos, si nos disponemos a defender con ideas y con firmeza nuestros derechos, podemos lograrlo.

Debemos luchar por un mundo en el que sea impensable la agresión y ocupación de país alguno para alcanzar ventajas materiales o geopolíticas.
Es preciso luchar por la concepción de un nuevo orden económico mundial más justo y equitativo, en el que prime el trato especial y diferenciado para los países del Tercer Mundo.

Sabemos que no son fáciles estos objetivos, pero la única manera de alcanzarlos es luchando por ellos. Alguna vez fue imposible para muchos el fin del colonialismo, la derrota del fascismo, la victoria de Viet Nam, la desaparición del Apartheid. Lo mejor de la historia del hombre es la realización de los sueños que una vez parecieron imposibles.

Creo, que un justo homenaje a nuestros queridos compañeros caídos en combate es la firme disposición de nuestra parte, de continuar la lucha por la cual ellos entregaron sus valiosísimas vidas.

Ellos vivirán para siempre en nuestros corazones.


Es una lástima que yo no haya podido asistir a la despedida de Aurelo Tobar, presidente histórico de la FEUT de Concepción, Partí de regreso a Canadá. Entonces, será allá donde me tomaré un trago a la salud de Aurelio y de todos los compañeros que estarán presentes despidiéndolo y reencontrando a nuestra Universidad Técnica del Estado.

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