domingo, 6 de septiembre de 2009

ALLENDE, UN PRESIDENTE VERDADERAMENTE PREOCUPADO DE LOS TRABAJADORES Y DEL FUTURO DE CHILE


Discurso de Salvador Allende en el día del trabajador
(1 de mayo de 1971 - 2a parte)

Y quiero destacar, como un hecho de gran significación moral y solidaria: la palabra de Cuba. Hace poco se realizó en La Habana una monstruosa concentración, porque era el aniversario de la victoria del pueblo en Playa Girón. Chile estuvo presente en la palabra del senador de la Unidad Popular, compañero y amigo Volodia Teitelbom.

Fidel Castro, junto con hacer una síntesis histórica de las luchas de los pueblos latinoamericanos y del pueblo cubano, tuvo frases para Chile que reflejan su amplio y grande espíritu solidario, trasunto del fraternal espíritu del pueblo de Cuba por nosotros. ¿Qué dijo Fidel Castro, cuyo discurso ha sido tan solo publicado parcialmente y tergiversando, extrayendo párrafos de él para comentarlo a su sabor por los sectores reaccionarios? ¿Qué dijo Fidel Castro refiriéndose a nosotros?

"Lógicamente, nosotros estamos de todo corazón junto al pueblo chileno y estamos dispuestos a mostrar nuestra solidaridad en cualquier campo. Nosotros, por ejemplo, ahora hemos restablecido el comercio con Chile. Le enviamos azúcar, que es un producto importante del consumo popular chileno. Ellos nos mandan frijoles, ajo, cebollas.

Mientras los chilenos puedan retribuirnos nuestra azúcar y nos puedan mandar alimentos y nos puedan mandar madera, recibiremos alimentos y recibiremos maderas; pero si como consecuencia de las maniobras contrarrevolucionarias del imperialismo y de la contrarrevolución interna sabotean la producción de alimentos de Chile y el día de mañana no nos pudieran mandar ni ajos, ni cebollas, ni frijoles, no importa, no por eso dejaremos nosotros de mandar nuestra azúcar al pueblo de Chile."

Y agrega: "Al pueblo hermano de Chile, al Gobierno de la Unidad Popular, al Presidente Allende le decimos: al pueblo de Chile no le faltará azúcar, haremos lo que sea necesario, con más producción, hasta nuestro propio consumo". Y termina:
"Expreso al pueblo de Chile, desinteresadamente, fraternalmente, con el espíritu de Girón, que cuando lo necesiten pueden contar con nuestra sangre: que cuando lo necesiten pueden contar con nuestras vidas". Ésa es solidaridad, ése es un concepto de la revolución sin fronteras.

Aquí se ha pretendido decir que, a través del ofrecimiento de las vidas de los hombres de Cuba, hubiera pensado Fidel que no tenía Chile en sus Fuerzas Armadas o en Carabineros o en su pueblo la capacidad de resistencia frente a una amenaza. No. Basta recordarles a aquellos que desfiguran la palabra de Fidel Castro que nuestros pueblos nacieron a la independencia política porque hombres nacidos en patrias distintas levantaron la común bandera, y Bolívar y Sucre y San Martín y Martí y O'Higgins fueron latinoamericanos para luchar con las armas por su independencia.
Por eso, no vengan a desfigurar ni la historia ni la raíz del contenido fraterno que tienen que tener los pueblos para nuestro Gobierno y para las luchas nuestras.

Pero, reitero, el gran combate, la gran batalla de Chile es ahora y será siempre la producción. La producción, que lo entiendan, que se lo graben aquí y para siempre, que se lo graben aquí en el cerebro y en el corazón, repito, la batalla de ahora y de siempre es la batalla de la producción. Hay que producir más. Y para aumentar la producción a largo plazo necesitamos también aumentar las inversiones, los excedentes, óiganlo bien, los excedentes de las empresas. Las utilidades de las empresas servirán, en parte, para mejorar los sueldos y salarios de los que allí trabajan, pero el más alto porcentaje de esas utilidades y esos excedentes deben ser invertidos para crear nuevas fuentes de trabajo, nuevas empresas, para movilizar la capacidad ociosa de muchas de ellas.

Por eso ha hecho muy bien el compañero Víctor Díaz en señalar que no puede haber pliegos de peticiones exagerados. Que no se les vuelva a pasar el tejo, porque no se lo vamos a aceptar. Éste no es un simple juego de rayuela, aquí se esta jugando el destino de Chile; aquí no puede haber sectores privilegiados, aquí no puede haber aristocracia de obreros o empleados o técnicos, aquí todos tenemos que amarrarnos el cinturón. Compañeros, si las empresas del sector público no tienen utilidades, ¡imagínense ustedes!, si todo lo gastáramos en sueldos y salarios, ¿que sucedería, como podríamos avanzar? Las llevaríamos directamente a la quiebra y a la ruina. Y eso deben entenderlo muy claramente las empresas del sector mixto, las del sector social no les pertenecen a ellos. La CAP no es de los trabajadores del acero. Chuquicamata, El Salvador y El Teniente no son de los trabajadores del cobre. Son de los trabajadores de la patria. Y los obreros del cobre y del acero deben estar orgullosos de laborar para ellos, pero, sobre todo, de hacerlo para el resto de sus hermanos de clase, para Chile entero.

Por eso, deseo citar dos ejemplos, y quiero que pongan atención. (Es bastante tarde, van a llegar con apetito a sus casas y la mayoría de las viejitas no les van a tener almuerzo) Quiero poner dos ejemplos: cobre y tierra. Y escuchen, compañeros. Cobre: el cobre es el sueldo de Chile. Y deben entenderlo también el Gobierno y el pueblo norteamericanos. Cuando nosotros planteamos nacionalizar nuestras minas no lo hacemos para agredir a los inversionistas de Estados Unidos. Si fueran japoneses, soviéticos, franceses o españoles, igual lo haríamos. Es que necesitamos el cobre para Chile. Necesitamos lo que sale más allá de nuestras fronteras como utilidad de esas compañías, para poder impulsar el desarrollo de la nación, junto al hierro, el salitre y a las empresas nacionalizadas. Recuerden que en algo más de 50 años han salido del país, por concepto de utilidades del cobre, más de 3000 millones de dólares.



Ahora, con la nacionalización, anualmente debemos retener 90 millones adicionales de dólares. Eso significara, en los próximos 20 años, al precio de 50 centavos la libra, 1830 millones de dólares. Si el precio promedio llegara a 55 centavos la libra, serían 2114 millones de dólares. Este excedente, este mayor ingreso, lo necesitamos para poner en marcha los planes de desarrollo económico de Chile, junto a los excedentes de otras empresas o industrias en manos del Estado, junto a los tributos y a los impuestos que pagamos todos, absolutamente todos los chilenos.

De allí entonces que sea fundamental que se entienda la importancia que tiene el cobre y por qué nosotros debemos entender y hacer que el pueblo entienda lo que representa de responsabilidad para los obreros, para los técnicos, para los profesionales chilenos.

Se han ido, se van de Chuquicamata 240 técnicos norteamericanos. No los hemos echado pero se van. Tenemos que reemplazarlos por técnicos y obreros nuestros, tenemos que reemplazarlos por nuestros profesionales, tenemos que improvisar la técnica cueste lo que cueste, y tenemos que hacer producir más a Chuquicamata. Tendrán que sudar cobre los chilenos que allí trabajan para defender a Chile. Y tendrán que hacerlo, porque nosotros, el pueblo, se lo estamos pidiendo y exigiendo.

Ayer en la mañana tuve horas amargas, compañeros. Me dijeron que se habían parado en la semana tres secciones de Chuquicamata, sin razón justificada alguna. Y esto ocurre ahora, cuando hay obreros en la dirección de esas empresas. Me dijeron que estaban exigiendo que se pagara indemnización a todos los trabajadores, para ser recontratados después cuando nosotros tomemos definitivamente las compañías. Me golpeaba mi conciencia y me dolía como revolucionario que esto fuera cierto. Esta mañana me llamaron desde Antofagasta y me dijeron que la asamblea gremial rechazó esa proposición que habían hecho, en mala hora, algunos trabajadores, y, lo que es peor, algunos dirigentes políticos que andan a la caza de votos. Eso demuestra la conciencia de los compañeros de Chuquicamata y desde aquí los saludo, porque su actitud también representa un aporte esencial para la patria.

He dicho que, junto al cobre, está el problema de la tierra. Y tienen que entenderlo ustedes. Ustedes que trabajan en Santiago, la mayoría de ustedes que están aquí en esta gran concentración, que no son campesinos. Pero a lo largo de Chile, me oyen, seguramente trabajadores del agro. Éste es un problema muy serio. Si el cobre es el sueldo de Chile, la tierra es el alimento para el hambre, y no puede seguir produciendo lo que hasta ahora ha producido. Por eso se ha impulsado la reforma agraria; por eso se ha modificado la propiedad de la tierra; por eso hay que cambiar los métodos de explotación; por eso hay que poner el crédito, la semilla, el abono y la ayuda técnica junto al campesino, al pequeño y mediado agricultor; por eso hay que terminar con el minifundio, y por eso hay que terminar con el latifundio.

Fíjense, compañeros que me escuchan a lo largo de Chile: todos los años nacen 300000 o más chilenos. Y a pesar de la alta mortalidad infantil, son muchas nuevas bocas las que hay que alimentar. Si la producción se mantuviera en los niveles que hoy alcanza, y que sólo representa un incremento de 1,8% mientras la población crece en 2,5 a 2,7% al año, nos encontraríamos el año 2000 (año al cual ustedes van a llegar, y yo también, ¿ah?) con que el año 2000 tendríamos que importar, óiganlo bien, 1000 millones de dólares en carne, trigo, grasa, mantequilla y aceite. Hoy importamos 180 a 200 millones de dólares al año. Y el 2000 tendríamos que importar 1000 millones de dólares. Toda la exportación chilena alcanza a 1050 millones de dólares. Calculen ustedes el drama que tenemos por delante y la tremenda responsabilidad que implica la reforma agraria. Por eso les digo muy claro; por eso le he dicho al pueblo de Chile; se lo he dicho a los trabajadores de la tierra; se lo he gritado con pasión para que me entiendan en Cautín y en Valdivia, en Osorno y en Llanquihue, en las provincias agrarias del centro y del norte: vamos a terminar con el latifundio.

Este año expropiaremos 1000 predios que están más allá de la reserva legal y terminaremos con el minifundio. Pero no basta expropiar, hay que hacer producir la tierra y tenemos que respetar la ley. No podemos aceptar que se atropelle al propietario que tiene derecho frente a la ley. No podemos crear el caos en la producción. No podemos apropiarnos de tierras y dejarlas sin producir. El Gobierno tiene que respetar la determinación y la planificación del ejecutivo.

Yo les digo a ustedes, y se los digo a los funcionarios de INDAP y de CORA: no pueden traspasar la ley. ¿Qué haría un hombre, que haría yo, si hubiera sido agricultor durante cuarenta o cincuenta años de mi vida, si no tuviera más que mi casa y el pan para mis hijos, si la ley me da un derecho y llegan funcionarios que no respetan la ley? ¿Qué hace ese hombre que no puede a su edad encontrar otro trabajo? ¿Por qué nosotros no vamos a tener un sentido humano y justo? Yo reclamo del pueblo que trabaja en la tierra, yo reclamo de los campesinos, que tengan confianza, que para eso hemos creado el Consejo Campesino. No se salvará ni un latifundio en Chile, pero el propietario mediano y pequeño contará con nuestro apoyo, con nuestra ayuda, con los técnicos necesarios, con la semilla y con el abono para cumplir con los planes de producción indispensables para alimentar al pueblo, camaradas.

Por eso tenemos que tener conciencia: la revolución no se hace en las palabras, compañeros, se hace en los hechos. Y hacer la revolución no es tan fácil, si no ya la habrían realizado otros pueblos, en otras latitudes o en este continente.
Se necesita tener el nivel político, la responsabilidad necesaria para entenderlo; no basta hablar de la revolución. Hay que hacer la revolución interior, que le dé autoridad a uno para poder exigirles a los demás, y por eso les hablo así el día 1º de Mayo, con pasión, frente a la responsabilidad que tenemos nosotros ante Chile y ante la historia: Nuevas metas, más organización, más disciplina, desprendimiento, no egoísmo; superar el horizonte pequeño de cada empresa, industria o de cada cerco para mirar el problema de clases en su conjunto, sean campesinos, obreros, empleados, técnicos o profesionales.

Por eso debo decirles a ustedes que he leído con inquietud un documento publicado en el diario La Prensa, el 29 de abril, en que se hace una entrevista a un dirigente campesino, compañero de apellido Fuentes. No ha sido desmentido, por eso lo comento. ¿Qué dice este dirigente? Dice que está con el Gobierno, pero que si el Gobierno se queda a mitad de camino, continuará adelante. Dicen que tienen autonomía para hacer las cosas que quieran, dicen que a pesar de que el Gobierno no expropiará todos los predios, ellos piensan que es necesario y que por eso lo hacen y lo harán, y agregan, «porque hay que pararle el carro al compañero Allende y al compañero Baytelman».

Camaradas, el compañero Víctor Díaz dijo: «compañero Allende, échele para adelante». Yo le voy a echar para adelante; no le voy a poner el pie al freno, camaradas. Pero que lo sepan de una vez por todas, sobre todo los militantes de la Unidad Popular: aquí hay un Gobierno y un Presidente, y si yo le echo para adelante, es porque tengo los pantalones bien amarrados y no acepto... (Y perdón, señor cardenal Silva Henríquez, por esta expresión, pero yo sé que usted me entiende y la comparte.)



Pues bien, he puesto este ejemplo parque si cada cual toma el camino que se le ocurra, aquí se va a producir el caos, compañeros, y eso es lo que ellos quieren: que no se produzca en la tierra; que no se produzca en las industrias; que haya dificultades. El poder de compra que ustedes tienen ahora ha hecho que se venda coma nunca antes. Pero hay que reponer ciertas cosas. Dentro de 15 días o dos meses se acaban los stocks, y si las industrias no producen, Chile no está acostumbrado a racionamientos y no los queremos. Por eso hay que producir en el campo, en las industrias, compañeros. y por eso quiero, también muy tranquilamente, como compañero de ustedes, decirles lo siguiente: traigo un informe del señor Contralor General de la República, hecho a pedido mío. Se estudian en él dos empresas fiscales, sobre todo una de ellas, y aquí están las cifras que marcan el porcentaje de ausentismo de sus trabajadores y empleados. (Esto es lo que publicaba con tanta alegría el semanario americano a que hice referencia.) Y lo que es peor, en este informe de la Contraloría se confirma lo que yo le dije al pueblo allí en la otra plaza, hace muy pocos días.

Les dije que por desgracia faltaban a su trabajo empleados y obreros simulando estar enfermos, y agregué que, lamentablemente, también había algunos profesionales médicos que no teniendo sentido de su responsabilidad, que no comprendiendo el juramento hipocrático, se prestaban para dar certificados que en el fondo son falsos. Obreros y empleados que ganan más no trabajando, porque la ley es absurda, y médicos que reciben un porcentaje por cada certificado que den. Ha habido algunos que han obtenido así 50, 60, 80 millones de pesos al mes. Se lo he expresado al Colegio Médico de Chile. yo he sido presidente de ese Colegio durante cinco años, tengo autoridad moral para decirlo, porque esa ley la hice yo, al igual que la que creó el Servicio Nacional de Salud, al igual que el Estatuto del Médico Funcionario: jamás la profesión médica en este país ha podido caer a los niveles morales a que algunos han querido llevarla. No podemos aceptar la colusión entre obreros y empleados y médicos para estafar al Fisco, al pueblo y al propio Chile, camaradas.

Para terminar (es que no me gusta la explotación del hombre por el hombre), ustedes ya saben lo que el Gobierno ha hecho y lo detalló recién el compañero Víctor Díaz. Desde el medio litro de leche hasta controlar el 53 por ciento de las acciones bancarias y hasta entregar a los bancos nacionalizados el mercado del dólar. Desde la nacionalización de empresas monopólicas, hasta la reconquista de las riquezas básicas en manos del capital extranjero. Hemos hecho y haremos todo el esfuerzo necesario para detener la inflación, para disminuir la cesantía. Pero no se detiene la inflación si no se produce más, camaradas. Porque genera mayor demanda y no habiendo como respuesta mayor producción, suben los precios, y las consecuencias ¿las pagan quiénes?, ustedes. Y, sobre todo, los pensionados, los jubilados, las montepiadas, los que viven de ingresos rígidos, sueldos o salarios.
El Gobierno hace, cumple, realiza, pero la responsabilidad no la tiene sólo él. La tienen ustedes también.

Fundamentalmente, la tienen los trabajadores. Cuando hablo de trabajadores, hablo de campesinos, obreros, empleados, técnicos, intelectuales, profesionales. Hablo de pequeños, medianos empresarios, industriales y comerciantes. La responsabilidad la tienen los trabajadores. Lo que debilita y divide a los trabajadores, debilita al Gobierno, y tienen que entenderlo. Lo que fortalezca a los trabajadores, fortalece al Gobierno, y tienen que entenderlo. El futuro de la revolución chilena está, hoy más que nunca, en manos de los que trabajan. De ustedes depende que ganemos la gran batalla de la producción. El Gobierno, día a día, muestra lo que es capaz de hacer. Pero no podrá realizar más si no contamos con el apoyo, la voluntad consciente y revolucionaria de ustedes, compañeros trabajadores.

Por eso -como decía- hay que vitalizar los movimientos, los sindicatos, los partidos populares, y, sobre todo, deben tener conciencia de su responsabilidad los campesinos y los obreros. La revolución, el destino, el futuro de Chile están en manos de ustedes. Si fracasamos en el campo económico, fracasaremos en el campo político, y será la decepción y la amargura para millones de chilenos y para millones de hermanos de otros continentes que nos miran y que nos apoyan. Tenemos que darnos cuenta de que más allá de nuestras fronteras, desde África y de Asia, y aquí en el corazón de América Latina, hombres y mujeres miran, con apasionado y fraterno interés, lo que estamos haciendo nosotros. Piensen, compañeros, que en otras partes se levantaron los pueblos para hacer su revolución y que la contrarrevolución los aplastó. Torrentes de sangre, cárceles y muerte marcan la lucha de muchos pueblos, en muchos continentes, y, aun en aquellos países en donde la revolución triunfó, el costo social ha sido alto, costo social en vidas que no tienen precio, camaradas. Costo social en existencias humanas de niños, hombres y mujeres que no podemos medir por el dinero.

Aun en aquellos países en donde la revolución triunfó hubo que superar el caos económico que crearon la lucha y el drama del combate o de la guerra civil .Aquí podemos hacer la revolución por los cauces que Chile ha buscado, con el menor costo social, sin sacrificar vidas y sin desorganizar la producción. Yo los llamo con pasión, los llamo con cariño, los llamo como un hermano mayor a entender nuestra responsabilidad ;les hablo como el compañero Presidente para defender el futuro de Chile, que está en manos de ustedes, trabajadores de mi patria.

Discurso de Salvador Allende en el día del trabajador
(1 de mayo de 1971 - 2a parte)

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