domingo, 11 de agosto de 2013



LAS VERDADES MÁS VERDADERAS

Que alentador fue verlo y escucharlo durante más de dos horas en un programa de la TV chilena. Con sus casi noventa años, lúcido como pocos, sensible,  con sus recuerdos y vivencias  a flor de piel. Protagonista viviente e  irrefutable de la historia de nuestro país y que nos retrotrajo  al pasado reciente,  atiborrándonos  de dolor y vergüenza… El comandante de la FACH, Ernesto Galaz, sin exabruptos, sin estridencias, nos paseó por la historia “no oficial” de Chile. Prisionero, torturado, condenado a muerte por sus propios camaradas de armas, no recurre a artilugios efectistas para narrar su “pesadilla” en cautiverio,  la de su amigo y compañero Alberto Bachelet que finalmente lo condujo  a una alevosa muerte, la de sus innumerables camaradas de armas,  en definitiva la “pesadilla” que vivimos  una inmensa mayoría de chilenos.
Mirando a la cámara, sin titubear y, con la valentía de un sobreviviente con sus convicciones incólumes, espetó al otrora director de la Academia de Guerra de la FACH y miembro de la criminal Junta de Gobierno, Fernando Matthei: “Que no sea cobarde y reconozca su complicidad”, “Se ampara en su falta de entereza moral”.  Lo incrimina sin parpadear,  del silencio cobarde y  cómplice que mantuvo el todavía arrogante general Matthei, durante su mandato en la AGA  y como miembro de la deshonorable  Junta de Gobierno.  “Nunca movió un dedo para ayudar a su amigo Alberto Bachelet. Atribuye a la generosidad y grandeza que habita en Michel Bachelet y su madre Ángela Jeria, cuando éstas lo exculpan del horroroso crimen perpetrado contra su ser querido. No comparte sus posiciones pero, las respeta. La verdad verdadera está exenta de esta generosidad.  Las propias víctimas, testigos  presenciales de la felonía y la orgía de tortura y muerte en que se convirtió el subterráneo de la AGA, jamás lo eximirán.   
 El comandante Galaz nos recuerda con exactitud la seguidilla de generales de la institución que   renunciaron,  después de la humillante expulsión del  general Leigh  de la   Junta de Gobierno, generales que adhirieron a la causa de su superior y en honor a su  vejada institución, el general Matthei no trepidó en ocupar su lugar, demostrando una vez más su escasa dignidad y lealtad con los suyos. Con la certidumbre que le proporciona el conocimiento de la amoralidad de Matthei, atribuye su pronto reconocimiento del triunfo del NO, a su postura inequívoca de jugador a ganador. No le calzan los ropajes de demócrata.
Con una delicada ironía califica de exóticos los fallos de la desprestigiada justicia chilena: la colusión de las farmacias, la inexplicable fortuna de los Pinochet, la exculpación de Matthei en la muerte del general Alberto Bachelet; no me cabe duda que por tiempo no enumeró el fallo sin responsables en el derrumbe y entierro de los 33 obreros de la Mina San José o, la pena de 541 días de pena remetida contra el arquero  de la U de Chile, Johnny  Herrera, quien ebrio y a 190 kilómetros por hora, atropelló y dio muerte a la joven estudiante Macarena Cassasús.
El comandante (r) Ernesto Galaz nos brindó una clase magistral de  la “la historia no oficial” de nuestro país. Para nosotros los sobrevivientes de aquella nefasta e irrepetible etapa de la historia de Chile, un violento y veraz recordatorio.  Para las generaciones jóvenes, un jirón desgarrador urdido de verdades verdaderas.
IRIS ACEITON

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