PALABRAS DE OSIEL NUÑEZ QUEVEDO EN EL LANZAMIENTO DEL LIBRO DE ALBERTO RIOS PONCE "LOS HIJOS DE UTE " VIERNES 13 DE NOVIEMBRE 2015 SALON DE HONOR USACH
Reencontré
a Alberto después de una pausa de años.
Nos
distanciamos porque, de pronto, soñábamos cosas distintas o, simplemente, nunca
tuvimos o nos dimos el tiempo para conversar. Una cualidad de este sistema llamado
neo liberal, es que nos transforma, de manera creciente, en unas máquinas de
hacer y muy poco de pensar, no obstante, en este caso, lo principal, es que él
mismo contribuía a ese aislamiento, no solo conmigo, sino, con la mayoría de
sus compañeros de universidad.
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El tema
central del encuentro: el libro que escribiría, no para hablar de él sino para
que en él hablaran los protagonistas anónimos, como él decía. Nos habló de como
comenzaría, con el rayado que hacían unos jotosos de las paredes de su casa, de
la amistad que trabó con ellos y de sus trágicos asesinatos en la dictadura.
Leandro Arratia y Juan Orellana.
Lili
contaba que en el último período de Alberto, ya sin su pierna y muy débil, toda su fuerza la
concentró en terminar su libro. En cierta medida, tozudo como era, es probable
que se haya negado a despedirse de esta vida antes de verle terminado.
(Creo
que es bueno contarles sobre esto, porque en un libro no sólo su contenido es
importante, sino, también, las condiciones
que rodearon su nacimiento.)
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Alberto,
desde la FEUT, fue protagonista de todo ese proceso. El crecimiento de la universidad
de manera explosiva; la nueva gestión de la universidad reformada; la creación
de nuevas carreras; el vínculo entre universidad con la gran empresa
nacionalizada; la formación de los
nuevos profesionales; las líneas de investigación que debían desarrollarse
y que debían neutralizar, en parte, el boicot tecnológico que sufría nuestro
país, después de las nacionalizaciones; Fueron estas, unas tareas titánicas, a las que la UTE respondió a la
altura.
Alberto
fue el cerebro y gestor de los más masivos trabajos voluntarios de verano jamás vistos, con
5000 jóvenes movilizados, llegando a
todos los confines del país. Me confidenciaba hace poco Faruk Jadue, ex Secretario
General Económico de la UTE que un día Alberto llegó a hablarle de este
proyecto. Le argumentó su significado político y patriótico, pero que
demandaba, desde el punto de vista de los recursos, muchísimo más de lo que
disponía la FEUT y lo que pudieran aportar las recolecciones de alimentos no
perecibles que los propios voluntarios salían a recolectar entre la población. Faruk
le dijo: tú preocúpate de organizarles, de lo otro me encargo yo. Y así
fue. La Universidad dispuso de los recursos extraordinarios para esta tarea y
la FEUT, al decir de su eslogan, cumplió con Chile y la revolución.
A Alberto le correspondió también la
transformación de estos trabajos voluntarios en trabajos productivos, unidos a
la gran consigna de ganar la batalla de la producción. El aporte de los
estudiantes de la UTE sumó millones de dólares para el erario nacional. Recuerdo
que la FEUT, en tanto presidente de la Escuela de Ingenieros Industriales, me
confirió la tarea de organizar estos trabajos productivos en Chuquicamata.
Allí recorrí muchas super intendencias explicando
estos trabajos y anotando la cantidad de estudiantes, la especialidad y el
nivel que se requerían. Hubo lugares donde expresaron que no requerían de
nuestra presencia. Al poco andar de los trabajos, algunos de ellos, merced el
desempeño de los brigadistas, solicitaron ser incluidos. Ya no era posible.
Los
trabajos voluntarios en la producción, fueron el germen que luego culminó con
la instauración, en la formación de los ingenieros industriales de nuestra
universidad, de un semestre docente completo, desarrollado en las empresas
nacionalizadas del cobre, para beneficio de unos y otros.
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En esa
perspectiva, reconstruir la UTE demanda
más que transformaciones de su propia estructura. Está asociado con el Gobierno
central y su postura frente a los intereses de las grandes mayorías y frente al
capital transnacional. Y todo eso hoy aparece sólo como un sueño…¡Y
precisamente por eso, hay que luchar por ello!
El
libro de Alberto registra testimonios de lo que fue el asalto a la UTE y la
cárcel y campos de concentración por las que pasaron miembros de nuestra
comunidad.
Es
curioso. Quienes nos tomamos la universidad el 11 de septiembre, nunca hablamos de lo que pasó en la UTE.
Hace un
tiempo, el 11 de septiembre del 2014 la Corporación nos convocó a que pasáramos
la noche en la universidad. Así lo hicimos. En un momento, en esta misma sala,
propuse que conversáramos del tema. Algo avanzamos y fue increíble algunas de
las cosas que surgieron, pero nunca lo
hemos repetido. El libro de Alberto es también un llamado al rescate de esas
historias. La memoria histórica es sustantiva en la generación de conciencias y
conciencia implica acción. Y, entre otras, esas acciones se requieren para
materializar que NUNCA MÁS se vuelva a dar en nuestro país el desconocimiento
de la soberanía popular, la tortura, el asesinato y las desapariciones de los
opositores.
En mi concepto, el “Nunca Más” tiene pre
requisitos concretos: Verdad, justicia y nueva institucionalidad democrática.
¿Y qué ha ocurrido en esos ámbitos?
En
todos ellos estamos al debe. De pronto es bueno recordar que Pinochet murió en
su cama, sin haber recibido ninguna condena, envestido como senador vitalicio, que la justicia que se
aplicó fue, al decir de Aylwin y la concertación, en medida de lo posible; Qué
sólo un pequeño grupo de militares que asesinaron y torturaron pagaron con
prisión, perdón con Punta Peuco; que todavía la
constitución que nos rige es la de la dictadura, más allá que la firma
estampada sea la de Ricardo Lagos; que la formación de las FF.AA sigue, en lo
sustantivo, ajenas al poder civil y la Escuela de las Américas continúa como
post grado de muchos de la oficialidad chilena…
Yo digo
que de pronto es bueno recordar esas cosas para sentir vergüenza. Al menos eso
es lo que a mí me pasa, siento vergüenza y dolor.
El
resumen de la fortaleza de nuestro nunca más, es feble y eso es terrible.
Verdad, conciencia y nueva institucionalidad es donde podemos y debemos actuar.
Frente
a esos desafíos la generación del 73, aunque somos una generación en retirada, tenemos algo que decir y hacer.
Mientras
haya metas, sueños, hay por qué vivir. Hay por qué seguir sacando fuerzas.
Esa
también fue una lección de Alberto.
Osiel Nuñez Q. Presidente de la FEUT hasta 1973
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