jueves, 30 de junio de 2016




Un  Ceaaaacheíííí  por  Víctor  Jara


Por Iris Aceitón V.
Es lindo sentirse ganador con la selección. Hasta a los  más impíos se nos  han erizado los pelos con el grito de “¡Goooool  chileeeeno!”. Entre  el bosque de camisetas y banderas rojas. En medio de las gargantas estranguladas por la emoción de sentirnos vencedores. “Alguna vez que nos toque”, repetimos emocionados,  todavía  sin  contagiarnos con la arrogancia perniciosa de los  argentinos, ahora de manera doble y  tan justamente  derrotados.
“Que alguna vez  nos toque… la varita mágica de la tan esquiva  justicia chilena”.  Como en casi todos los casos emblemáticos de delitos contra los DDHH cometidos en la dictadura, la justicia tuvo que venir desde un tribunal extranjero. Como en el caso del “sátrapa dictador”, (quien fuera detenido en Inglaterra por orden del jurista español Baltasar Garzón) y en tantos otros,  los tribunales nacionales no  han sido capaces, o mejor dicho no han querido, impartir  justicia, para reivindicar  el dolor indeleble de los familiares de las miles de víctimas del la dictadura militar y,  de alguna manera, limpiar  de tantas  mentiras y crímenes la historia reciente del ejército y de la justicia chilenos.
¡Cuánto material para componer, Vitoco! –– Te dije, besando tus morunas mejillas  y respondiendo a tu apretado abrazo ––  Atardecía  y  el cielo no estaba azul ––  Los nubarrones grafitos  bordaban las alturas de un plomo  presagiador ––   Las frondosas ramas de  los longevos pimientos y jacarandaes,  se mecían al compás del  intrépido viento en el  centenario  patio de la Escuela de Artes y Oficios de la Universidad Técnica del Estado ––  Ya  en la madrugada  habían bombardeado nuestra radioemisora ––  Hacía muchas horas que permanecíamos prisioneros en nuestra propia casa de estudios –– Todavía podíamos permanecer en los patios y  pasillos  de las escuelas, arriesgándonos a ser blanco de las numerosas “balas locas” que nos dirigían los golpistas.
Rodeando a tu guitarra estabas ––  Apoyado en  un pilar –– Con tu azabache e indómita chasca  –– Junto a Patricio Pumarino –– Allí por última vez me solacé en tus ojos de alquitrán –– “Tenemos que salir de ésta, compañera”  –– me dijiste, abrazándome nuevamente –– Si yo  hubiese adivinado lo que vendría después, nunca te habría soltado: todavía te mantendría abrazado.
Por unanimidad -en un tribunal de Orlando, en el estado de Florida, en Estados Unidos- el ex-teniente  de ejército,  Pedro Barrientos Núñez, fue declarado culpable de tortura y asesinato en la persona del más grande artista nacional. Un gran grupo de chilenos nos sentimos doblemente triunfadores. Confiamos en su pronta extradición para, en suelo chileno, poder juzgar al asesino de Víctor Jara. Las esperanzas, aunque tardías,  se renuevan y las ilusiones de alcanzar alguna vez esa escurridiza e imprescindible justicia, nos alimentan el alma…
Y nuestros CEAAACHEÍÍÍÍ… treparán hasta el cielo… Confundiéndonos en un solo abrazo…  Celebrando los triunfos de la “roja de todos” ––  Ovacionando la victoria de la verdad, que es en definitiva, la victoria de los justos.

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