PALABRAS DEL SEÑOR RECTOR , DE LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO, DON JUAN MANUEL ZOLEZZI , EL 10 DE AGOSTO DE 2017, EN LA CONMEMORACION DE LOS 70 AÑOS DE LA UTE
Estimados
presentes:
Junto con saludar a
cada uno de ustedes, me honro en celebrar los 70 años de la creación de la Universidad
Técnica del Estado, UTE.
Cuando una obra se
sustenta en buenos cimientos, no cabe duda que se construye, crece y desarrolla
de manera sólida y perdurable en el tiempo.
Es lo que hoy
podemos demostrar, como Universidad de Santiago de Chile, todo lo que hemos
aportado al país y su gente.
Parte importante de
nuestro quehacer tiene sólidas raíces en nuestra antecesora, cuya creación
estuvo claramente especificada al establecer que la Universidad Técnica debía
impulsar el desarrollo de la enseñanza técnico profesional; fomentar el cultivo
de la ciencia y el desarrollo de la técnica de la producción y de la economía;
orientar su acción en el sentido de obtener el aprovechamiento integral de los
recursos humanos y naturales de cada región del país, para lo cual organizó sus
estudios en dos ciclos sucesivos: el de técnicos y el de ingenieros; otorgar
los títulos y grados correspondientes; mantener relaciones con la industria a
fin de contribuir a su progreso y perfeccionamiento; establecer intercambios y
cooperación con universidades congéneres del país y del extranjero.
En efecto, la contribución de la Universidad Técnica del
Estado al país está marcada por la coherencia y fidelidad a un mandato que le
fue entregado explícitamente, en que se combinan dos objetivos centrales:
formar los profesionales que el país requiere para los procesos de
industrialización y desarrollo de su estructura productiva, y ser una puerta de
entrada para la movilidad e inclusión social de los sectores populares al
conocimiento superior y a su reproducción. La adhesión a estos propósitos
permaneció inalterable a través del tiempo e incluso se profundizó y amplió de
manera significativa. La reforma de la universidad iniciada en la década de los
sesenta reforzó esos contenidos identitarios sociales y políticos.
Además, en el ámbito
de la educación superior se hicieron todos los esfuerzos para plasmar una
enseñanza laica y pluralista.
No puedo dejar de
mencionar la iniciativa por contar con un campus único, que aún constituye un
orgullo y una fortaleza para todos nosotros.
La Universidad
Técnica, además, fue permeable a los cambios que se exigían en otros lugares
del mundo. Allí estuvo, por ejemplo, lo que los jóvenes exigían en mayo del 68
en París, y que rápidamente hicieron suyo nuestros jóvenes.
También, nuestra
antecesora fue una decidida impulsora del Arte y la Cultura. Miles de jóvenes
estudiantes, funcionarios y académicos se impregnaron de ese espíritu e
hicieron suyas manifestaciones artísticas que enriquecían el espíritu, a través
de las cuales daban forma a los componentes del Arte, pero también de la
política y de las demandas sociales que se exigían.
Ahora bien. Al
inicio hablé de los cimientos que mantienen a nuestra Universidad de Santiago,
originados en la querida UTE. Así como
nosotros, ella abrió sus puertas a estudiantes de todos los ámbitos
sociales y, particularmente, de aquellos
que por primera vez entraban a la educación superior, cosa que hasta
esos años, era impensable.
Sin embargo, las
oportunidades y la gratuidad de enseñanza permitieron que muchos jóvenes
vulnerables, pero talentosos, ingresaran a alguna de las sedes que la
Universidad Técnica tenía en provincia y en la capital.
Así, el país
dispuso de un espacio universitario relativamente plural y variado para los
estándares de la época.
En pocas palabras,
y tal como sintetiza gráficamente el libro “Universidad de Santiago de Chile.
Formando personas, transformando país”, “donde había una demanda país estaba
dispuesto un egresado de la UTE. Ingenieros técnicos y profesores se
esparcieron por el territorio nacional”.
Estimados presentes:
Seguramente quienes
harán uso de la palabra, se referirán en detalle a la historia de la UTE.
Yo deseo aprovechar
esta ocasión para destacar que, en estos tiempos en que el individualismo se
apodera de muchos de nuestra Sociedad, vale la pena reforzar lo que heredamos
de nuestra antecesora, especialmente con la llegada de la democracia.
En estos tiempos no
son pocos los que han definido a la educación como un bien de mercado, y se
amenaza con poner freno a la gratuidad que tanto ha costado instaurar. No ha
llegado a todos los que queremos beneficiar, pero no podemos desconocer el gran
avance que hemos experimentado, especialmente, en los últimos años.
Frente a esa
realidad, recuerdo el hermoso espíritu
solidario que movió a los miles de egresados de la UTE, quienes se volcaron de
manera decidida para beneficiar a los más vulnerables.
Los trabajos de
verano e invierno, los convenios firmados con otras instituciones para
fortalecer la educación que se impartía, el esfuerzo entregado por cada joven
para mejorar la Sociedad, no cabe duda que constituyen pilares que hoy
mantienen a nuestra Casa de Estudios.
Muchas veces se
reciben sinsabores cuando queremos
avanzar más rápidamente que lo que nos condiciona, pero sin duda que hemos
destruido barreras para avanzar. Siempre por nuestros estudiantes, por la
Universidad.
Hoy, cuando
celebramos 70 años desde la creación de la Universidad Técnica del Estado, es
bueno recordar y destacar que somos sus orgullosos herederos, y que trabajamos
incansablemente por el bien común, para
que cada joven talentoso, especialmente los más vulnerables, lleguen a nuestras
aulas y se transformen en hombres y mujeres al servicio de la Sociedad entera.
Muchas gracias.
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