viernes, 13 de junio de 2008

FALLECIÓ ANIBAL MATAMALA, PERO ¡ARRIBA LOS CORAZONES, MAÑANA CHILE AMANECE!



FALLECIÓ ANIBAL MATAMALA
INOLVIDABLE PROFESOR
DE LA UTE PENQUISTA


Queridos compañeros:
Hoy tarde confirmé la triste noticia del fallecimiento de nuestro compañero de lucha y docente expulsado de la UTE penquista, Aníbal Matamala Vivaldi.
Su hermana Patricia agradeció nuestras condolencias.
Los abraza
Mario Benavente
Ex Director de Ciencias Sociales
universidad Técnica del Estado
Sede Concepción

EL ANHELADO VIAJE CON ANIBAL A CONCEPCION
En abril de 2007 el profesor Mario Benavente y el periodista Rodrigo Cerda viajaron a Concepción junto al docente Aníbal Matamala, a participar, en un acto organizado por la Universidad del Bío Bío para recibir a los profesores, alumnos y funcionarios expulsados de la UTE penquista, tras el golpe de estado de 1973.
Este fue quizás, el viaje más anhelado del querido e inolvidable Anibal, que junto a don Mario sobrevivieron el Master de detenciones y torturas de la dictadura y que hicieron un Doctorado como víctimas de violaciones a los derechos humanos en el Campo de Concentración de Chacabuco, en la región de Antofagasta.



Aníbal tenía la salud muy deteriorada, pero recicló su cuerpo y su alma para estar en la cita en el plantel de avenida Collao y juntos con don Mario volamos juntos en una tarde inolvidable hasta Carriel Sur, felices de poder llevar la palabra silenciada a nuestra ex UTE, hoy UBB. El estaba ansioso como lo demostró en los numerosos correos que nos envió:

"Por cierto que estaré presente en ese encuentro y hablaré en él. Sólo alguna mala jugada de mi salud (bastante delicada) podría impedirlo. Pero me motiva enormemente esta posibilidad de volver a nuestra sede por la puerta ancha.
Ya no es la misma UTE que conocimos, forjada casi a puro ñeque, pero el reencuentro con el espacio físico es de por si estimulante.

Te agradezco que me enviaras el texto de Mario, para evitar repetirme en algunas cosas. Cuando tenga algo escrito te lo haré llegar también. Para lo del discurso tengo que inspirarme un poco. Todavía no tengo muy claro por qué lado abordar la cosa, pero ya se me ocurrirá algo.

En cuanto a mi trabajo, estoy en el Ministerio de Vivienda, en una unidad que se dedica a recopilar, procesar y analizar información relativa al desarrollo urbano de las ciudades chilenas.

Tenemos un sitio web donde, si te interesa, puedes ver un poco más de lo que hacemos: www.observatoriourbano.cl

¡Ah! Por cierto respecto a recuerdos penquistas, para la visita de Fidel a la U de Concepción, yo estaba ahí en medio del perraje, gritando y aplaudiendo.

Por último, te pido que salvemos las formalidades jerárquicas y de una vez nos tuteemos. A fin de cuentas, somos compañeros de historia y nos dieron duro igual, sin importar si éramos profes, estudiantes o administrativos.




Me parece buena la idea irnos juntos con don Mario, sólo que a mí tendrían que recogerme en mi casa, ya que no puedo caminar con la maleta. Se agradece la gentileza. En verdad, no es comodidad, lo que podrás comprobar en vivo y en directo cuando me veas.

Camino con la velocidad de un caracol y con la estabilidad de un curadito dieciochero. Como prueba, te enviaré próximamente una imagen descriptiva de mi estado actual.

En cuanto a mi dirección, no es tan lejos de la de Mario, pero sí a prudente distancia de los trayectos de la Garra Blanca y Los de Abajo cuando hay partidos.

Como buen creyente, vivo en un barrio que los taxistas llaman "el Vaticano chico", porque las calles llevan nombres de obispos. La dirección exacta es Obispo Donoso, Provi poshom... Eso es en la esquina con Obispo Salas.

Para llegar hay que entrar por Seminario y doblar en Obispo Salas. Si me llaman antes yo les espero abajo, en la esquina.

Lo otro que no me queda claro es si el chequeo lo vamos a hacer cada uno o lo vas a hacer tú por los tres. En ese caso, recuerda pedir un pasillo para el cojito.

Por si sirve para algo, les adjunto la resolución que nos expulsó de la UTE en 1973. Allí no figuran los estudiantes.
Sobre la publicación "Limpian la UTE", yo la tengo en algún lado, inclusive la enmarqué y la tuve colgada en mi oficina por largo tiempo. La nota apareció en EL SUR el día 6 de octubre de 1973. Misión cumplida



Ahora me dedico a revisar mi pieza oratoria, así es que hasta pronto.

Les informo que, desde el viernes, estoy con un resfriado bastante molesto.No es nada grave, pero en mi caso hay que cuidarse porque puede evolucionar hacia algo más serio.
Estoy haciendo todo lo posible para llegar al jueves en buenas condiciones.
Los mantendré al tanto.

Amigos: Ya estoy bastante mejor de mi resfrío y espero estar bien recuperado para el jueves.
El vuelo ya está disponible para el prechequeo.Mi asiento es el 15 C (pasillo), por si acaso.Ya está listo el chequeo. Mario tiene el asiento 15 J, en el pasillo frente a mí y Rodrigo el 16 J, inmediatamente detrás de Mario. Hora de presentación es a las 17:50.
OK, yo imprimí también los pases de abordar o "boarding pass", as you like it.

Te abraza Aníbal"

Allá Matamala se encontró con viejos amigos, colegas y alumnos y confesó que había hecho un viaje que había soñado toda su vida, porque no podía irse de esta vida sin decir algo de las peripecias que le tocó vivir y dar luces de esperanza para la lucha.

El último presidente de la Asocación de docentes y funcionarios de la UTE, hizo un gran discurso, que será recordado por todas nuestras vidas.



¡Y QUE JUÉ, Y QUE JUÉ … AQUÍ ESTAMOS OTRA VEZ!

Confieso que, en un comienzo, estuve tentado de comenzar mi intervención con la consabida frase de Fray Luis de León: “Como decíamos ayer …” Sin embargo, tal parafraseo no sólo sería poco original, sino que faltaría el respeto al ilustre poeta de Salamanca.

De modo que opté por una expresión menos académica, pero profundamente arraigada en la cultura popular chilena y que refleja con mucha claridad, a mi juicio, el significado de este acto. Lo digo con profunda alegría y orgullo, pero sin rencor:

¡Y QUE JUÉ, Y QUE JUÉ … AQUÍ ESTAMOS OTRA VEZ!

Efectivamente, fuimos expulsados de aquí como parias, denostados y calumniados, sin derecho a defendernos. Se nos quiso borrar de la memoria colectiva e, inclusive, de la faz del planeta. Pero la historia dijo otra cosa y hoy estamos de regreso en esta Universidad por la puerta ancha, que nos ha sido fraternalmente abierta por sus autoridades y comunidad.

Somos sobrevivientes de una generación que contribuyó a forjar desde abajo esta casa de estudios. Lo hicimos con mucho esfuerzo y compromiso personal, a pesar de que a menudo los recursos escasearan.

Somos también exponentes de un modelo de enseñanza universitaria amplia, plural, gratuita y accesible a quienes reunieran los méritos para ello. Esa Universidad que en los años sesenta y comienzos de los setenta se conmocionara con profundas transformaciones orientadas a democratizar su gestión y a fortalecer sus vínculos con las necesidades más apremiantes de nuestra sociedad.

Mi vida de estudiante, primero, y de profesor más tarde, transcurrieron en ese ambiente, donde el desarrollo libre del pensamiento formaba parte sustantiva de la razón de ser de la Universidad. Nada impedía la libre expresión y confrontación de ideas y ello creaba el ambiente propicio para un fecundo desarrollo del conocimiento científico y de las más diversas expresiones culturales. Mis años de estudiante en la Universidad de Concepción y de profesor en la UTE de Concepción han sido, sin duda, la fuente más enriquecedora para mi crecimiento personal y profesional.

Pero llegó la barbarie y tronchó abruptamente nuestras ilusiones. La utopía saltó en mil pedazos y las universidades chilenas fueron enjauladas, disciplinadas, sometidas bajo la bota implacable. Nada se parece menos a una universidad , que un cuartel militar. De este modo, los centros de estudios superiores languidecieron y sobrevino el fatídico apagón cultural.

Las instancias de participación fueron abolidas por los tristemente célebres rectores delegados y las organizaciones estudiantiles fueron reemplazadas por seudo representantes designados “a dedo” por la autoridad interventora.

La ofensiva continuó mucho más allá: la dictadura transformó la educación, que hasta entonces era un derecho, en una simple mercancía a la que accede quien puede pagarla. Surgieron por doquier las universidades privadas y las universidades tradicionales fueron sometidas al cepo del autofinanciamiento. Se cerraba de este modo un ciclo histórico en la educación chilena, sustentado en el concepto de estado docente, y se iniciaba otro basado en una engañosa autodenominada libertad de enseñanza, que nada tiene que ver con el libre acceso a la educación.

Sin embargo, el espíritu libertario seguía latente y ya, durante los años ochenta, la comunidad universitaria comenzó a reconstituirse y a recuperar espacios. A mediados de esa década, la caída del rector Federici en la Universidad de Chile constituyó un punto de inflexión y marcó el renacimiento gradual de una comunidad universitaria que se reconocía como sujeto protagónico.

Desde entonces hasta ahora, la comunidad universitaria ha venido reconstruyendo su soberanía, si bien todavía no se alcanzan los niveles de gestión participativa que alcanzó la gran reforma universitaria de los sesenta. Bastante se ha avanzado, pero las universidades siguen prisioneras del modelo mercantilista y, a pesar del incremento en becas y créditos, la educación superior dista mucho de ser un derecho.

Para los estudiantes de hoy, gran parte de lo que he dicho es historia, pues ni siquiera nacían para entonces. No obstante, en ustedes recae ahora la responsabilidad de tomar y recrear las banderas que enarbolamos hace más de treinta años, así como en ese entonces nos inspiramos en las lucha universitarias de Córdoba, Argentina, a comienzos del siglo pasado (1918).

Nada más ajeno a mi intención que venir a decirle a los jóvenes lo que deben o no deben hacer. Son ustedes quienes deben aprender de nuestros aciertos y errores, nutrirse de las nuevas fuentes del pensamiento moderno y desarrollar un proyecto de universidad de cara al siglo XXI, no de cara al pasado. Nosotros, bien o mal, hicimos nuestra parte y ustedes deben tomar el relevo.

Me permito, no obstante y a riesgo de parecer pedante, advertir sobre dos peligros siempre latentes: el primero es la sobre ideologización del discurso, que tiende a reemplazar la realidad por nuestros deseos. El segundo, la sectarización del movimiento estudiantil, que cierra los espacios a la diversidad e impide incorporar nuevas y más amplias fuerzas.

Ustedes están llamados a diseñar e impulsar no sólo los cambios que la Universidad del siglo XXI requiere. Seguramente les corresponderá también promover las transformaciones que nuestra sociedad, competitiva, individualista y sometida a las frías normas del capitalismo salvaje, demanda con urgencia. Sobre todo, porque el Chile de la macroeconomía, ese que admiran en otros rincones del mundo, no refleja en absoluto las profundas diferencias que existen entre los dueños del país y la inmensa mayoría de los chilenos que viven de un sueldo y sienten sobre sus cabezas la permanente amenaza del desempleo.

Nosotros pertenecemos a una generación que luchó por conquistar los más nobles objetivos de igualdad y justicia social. Lo hicimos entregándonos por entero, sin guardarnos, como decía Luciano Cruz, ninguna carta bajo la manga. Quienes ahora regresamos con emoción a pisar estas aulas, pagamos con nuestro propio sacrificio el habernos comprometido en tamaña empresa. Ninguno de nosotros se arrepiente o avergüenza de ello, sin embargo, porque tenemos las manos limpias y jamás actuamos pensando con la calculadora o con la billetera en la mano. Si en algo nos equivocamos, son las nuevas generaciones las llamadas a aprender y corregir esos errores. Pero lo que nadie puede desconocer es dejamos con nuestro quehacer un ejemplo de una conducta ética en política, esa misma que hoy tanto escasea.

No quisiera concluir sin recordar algunos nombres de personas que hoy no nos acompañan. En primer lugar a nuestro Rector don Enrique Kirberg, a quien tuve el honor de conocer personalmente en un compartido exilio uruguayo.

Quiero mencionar también al arquitecto Alejandro Rodríguez, uno de los fundadores de la Escuela de Arquitectura a comienzos de los setenta.

Asimismo, a dos compañeros que no formaron parte de esta comunidad pero que sí nos visitaron varias veces y dialogaron con nosotros: a Carlos Contreras Maluje, químico farmacéutico, alto dirigente del PC y con quien compartí además la educación media en el Liceo Enrique Molina. También a mi querido amigo Bautista Van Schouwen Vasey, médico cirujano, miembro de la Comisión Política del MIR. Ambos destacaron por su brillante inteligencia, su certera visión política y su calidad humana. Ambos se unen también en el secuestro, la tortura brutal y el asesinato por las fuerzas de la dictadura.

¿Cómo no mencionar, además, a quien fuera el Rector encargado de implementar la reforma universitaria en mi Alma Mater? Me refiero a ese insigne penquista que fue don Edgardo Enríquez Frodden, Ministro de Educación del Presidente Allende, ejemplo de dignidad durante su prisión en Dawson y padre de esos grandes luchadores revolucionarios que fueron Edgardo y Miguel Enríquez Espinoza.

A través de todos ellos rindo homenaje a todos los hombres y mujeres que entregaron su vida, sufrieron tortura, prisión y exilio durante esos diecisiete funestos años.

Muchas gracias otra vez por la oportunidad de volver a sentirnos parte de la fuerza renovadora que se incuba en estas aulas.

Sin olvidarnos del pasado, miremos ahora el futuro con optimismo. Los desafíos son enormes, pero estoy seguro que las nuevas generaciones sabrán superarlos con decisión y sabiduría. Declaro aquí mi confianza en un porvenir de justicia social y progreso para nuestra patria. Lo hago apelando a una frase que se hiciera famosa en los campos de concentración de la tiranía:

¡¡ ARRIBA LOS CORAZONES, MAÑANA CHILE AMANECE ¡!

Posteriormente invitamos a Aníbal a un encuentro de despedida con Aurelio Tobar, que regresaba a Oslo, Noruega, y donde se excusó reiterando su delicado estado de salud:



Amigos(as):
Como ustedes comprenderán, mi cuerpo no me acompaña mucho que digamos para el carrete, así es que lamentablemente no podré acompañarlos en la despedida a Aurelio.

De todas maneras, aprovecho la ocasión para agradecerles la oportunidad del emocionante reencuentro que vivimos el viernes, ahora en circunstancias muy distintas a las de treinta años atrás.

Quiero felicitar especialmente a Oly Rojas y a Julio Muñoz por el esfuerzo desplegado. También a Rodrigo Cerda, que fue nuestro eficiente "edecán" (de Mario y mío) durante el viaje de ida y regreso.

Seguramente hay muchos colaboradores más que se me escapan, pero vaya para todos ellos mi reconocimiento. Espero que este contacto se mantenga y de él surjan nuevas iniciativas.

Un abrazo fraternal Aníbal

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