lunes, 15 de diciembre de 2008

LA UTE NO HA MUERTO Y TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE REVIVIRLA



La Universidad Técnica no ha muerto y tenemos la obligación de hacerla revivir.

(Mario Benavente Paulsen, Director Departamento de Ciencias Sociales UTE Concepción)

Creo que el mejor saludo que puedo hacer a la Corporación solidaria UTE USACH, es contarles del rol que desempeñamos en la formación de lo que el rector Enrique Kirberg,
llamó los nuevos profesionales.
En la sede de la UTE de Concepción se me dio la responsabilidad de preparar un proyecto, que en la práctica fue un anteproyecto del estudio de las ciencias humanistas, como se hablaba en ese entonces en la formación de los nuevos profesionales, se quería que nuestros técnicos, no fuesen tecnócratas que fuesen a incrementar la burocracia existente.
Queríamos que fuesen profesionales conscientes y que la profesión no es un fin en si, sino un medio para contribuir al desarrollo de la sociedad.
El profesional no es un individuo, sino es ante todo un ser social, de manera que elaboramos ese anteproyecto, se lo presentamos a Enrique Kirberg y al secretario genera, Tomás Ireland, lo aprobaron y fue editado en la revista de la Universidad Técnica y después publicado en un apartado que no sé si se habrá extraviado, como consecuencia de la destrucción que hizo la dictadura de nuestra universidad.
Planteábamos que el papel de las Ciencias Sociales era fundamental para la formación de nuestros técnicos, que tenían que tener una comprensión del mundo contemporáneo, de la realidad latinoamericana y por cierto de la nacional. Por esa razón incorporamos los estudios de las Economías, de la Historia, de las Ciencias Filosóficas, etc. Además cambiamos la metodología de la enseñanza, en lugar de dar clases, nosotros nos convertimos en directores de las clases, es decir, los alumnos con materiales preparados y mimeógrafiados y preparados por el personal a jornada completa que tuvimos que contratar, elaborasen estos nuevos materiales, con los cuales nuestros estudiantes llegaban a participar en nuestras clases.
Esto condujo a que se abriesen amplias discusiones y que las clases ya no tuvieran el carácter tradicional que hasta entonces tenían.



Claro que está, que como decía Alejandro Yáñez, eso no se podía hacer en las ciencias matemáticas, ni físicas, ni químicas, pero si en el campo de las Ciencias Sociales.
Este anteproyecto fue considerado posteriormente por la Universidad en general y se crearon los departamentos de Ciencias Sociales, como departamentos coadyuvantes en la formación del nuevo profesional.
Y como su origen estuvo en Concepción iban a nuestros talleres, profesores, por ejemplo, Luis Razeto de Santiago, junto con colegas de formación filosófica en Argentina, o de las sedes de Antofagasta, hasta de Punta Arenas. De esa manera las Ciencias Sociales se incorporaron a la formación de estos nuevos profesionales.
Las ciencias sociales y filosóficas se incorporaron al curriculum y constituyeron una importante estructura académica.
Los Departamentos de Ciencias Sociales y Filosóficas, dadas sus nuevas perspectivas, tuvieron que contar con profesionales de tiempo completo, capaces de entregar lo mejor de cada uno al desarrollo de la UTE.
El conocimiento científico adquirió en la sede penquista dimensiones inéditas que se proyectaron al quehacer de toda la UTE.
El Seminario se constituyó en el método fundamental. El estudiante se convirtió en el protagonista principal, en tanto el docente se limitaba a dirigir y orientar las discusiones a la vez que recomendar las más actualizadas fuentes bibliográficas-
El desarrollo del conocimiento científico se fue comprendiendo como un quehacer socializado y no meramente individual y encerrado en los fríos espacios del laboratorio.
Las verdades de las ciencias se las comprendió como proceso inagotable de aciertos en las que el error y el azar desempeñan también un importante rol.
Esto es algo novedoso, porque en general, no se ha conocido. Yo conozco esto, porque me correspondió la responsabilidad de asumir este rol y creo que lo habías empezado a cumplir felizmente, cuando la noche negra se cernió sobre nuestra patria.
Pero tal como la Universidad Técnica no ha muerto, sino que vive y nosotros los antiguos docentes de la universidad, renacemos cada año junto con Uds., resurgimos y reclamamos el derecho que tenemos también junto al personal administrativo y de servicio de aquel entonces, a jugar actualmente, un rol en las tareas que Uds. realizan con mucho éxito en Santiago.

Creemos que la Universidad Técnica no ha muerto y tenemos la obligación de hacerla revivir.

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