martes, 17 de marzo de 2009

LEYENDAS DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DEL ESTADO



EL PEDAZO DE PAN

Lo recuerdo en la universidad como un lolo distraído, de aspecto juguetón. De estatura mediana y cuerpo enjuto. Tenía unos ojos pequeños y vivaces que resaltaban en su cara tan pálida y huesuda. De boca grande, su nariz prominente y aguileña; su facha era muy parecida a la de un pájaro; a la de un pichón nuevo, que inteligente y alerta, está muy pronto a volar. Siempre estaba riendo, bromeando, sobre todo con las numerosas mujeres de la “jota”.
Después del golpe no lo volví a ver nunca más, ni tampoco supe de él a través de otras personas.

Quizás una de las cualidades más hermosas que tiene Osiel, es que no presume de lo que fue y de lo que es, de lo que ha vivido y de lo que hoy representa. No anda por el mundo dándoselas de héroe con espíritu de servicio público como la mayoría de los seudos políticos que pululan por ahí con el sólo ánimo de figurar. Él nunca habla de los tormentos que sufrió cuando estuvo detenido por la dictadura chilena. Pero hay un episodio en su vida de prisionero que jamás olvidará y que lo contará y lo repetirá con la misma emoción como cuando le sucedió. Bastó haberlo vivido y haberlo podido recordar a cada instante, para que le sirviera para soportar todo el infierno que todavía le esperaba.

Desde el primer momento en que los militares golpistas identifican a Osiel como el Presidente de nuestra Federación de Estudiantes, lo torturan. Son los primeros simulacros de fusilamientos de que es objeto en la Casa Central de nuestra universidad. Todo lo recibe de la manera más resignada y estoica, sólo se transforma cuando se entera que la gran mayoría de estudiantes, académicos y funcionarios, que nos encontramos en la Escuela de Artes y Oficios, de la Universidad Técnica del Estado, vamos a ser acribillados. En ese momento clama por nuestras vidas….
Y nuestro Osiel, sigue recibiendo: burlas, castigos, torturas, balas que lo rozan peligrosamente y no llegan a dar en el blanco. Como animales nos apiñan y nos trasladan al Estadio Chile.
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En el Chile siguen llegando prisioneros, trabajadores, obreros. Osiel está tan torturado como Víctor Jara, han pasado horas, quizás días, no ha comido nada. Varias veces a desfallecido, pierde el sentido, no tiene fuerzas. Su lecho es el frío cemento de un oscuro pasillo del estadio. De repente abre los ojos, mira hacia arriba, por un costado de las graderías se asoma el rostro de un muchacho muy joven, es casi un niño. Arriesgando su vida este temerario, le llama:”Osiel, toma, alargando su mano temblorosa, le extiende un pedazo de pan”.
Es el pan más exquisito que Osiel comerá en toda su vida, es un pan entregado con miedo, con pavor, pero conlleva la más hermosa lección de solidaridad y amor. Este pedazo de pan tonificará a Núñez y le devolverá la vida.

Durante 35 años Osiel contará a diferentes audiencias el episodio del pedazo de pan, buscará incansablemente a ese compañero, que arriesgándolo todo, no trepidó en compartir en ese entonces su más preciado tesoro, el rostro de ese muchacho que en su memoria jamás envejeció. Y el sabor de la harina horneada, resumida en un mendrugo, inundará su boca de saliva y su corazón de gratitud. Nunca dio con su paradero.

Estamos en La Selva, versión 2008. Todo es alegría, compañerismo, la emoción de encontrarnos nuevamente nos embarga a todos. Es nuestro encuentro anual de camaradería que esperamos cada vez con más renovados anhelos.

El lolo Pérez después de 35 años ha decidido acercarse a los suyos, a aquellos que jamás olvidó y que jamás lo olvidaron. Está con su familia, esa hermosa familia que ha logrado formar allá lejos, por allá en el Sur. Ligia su abnegada compañera y sus dos hijos. Observo su rostro cargado por la emoción, pareciera que no va a ser capaz de contener tantos momentos de amor postergados.Todos lo abrazamos, le demostramos la alegría de tenerlo con nosotros. Alguien, no sé quién, narra el episodio del pedazo de pan, se comenta que Osiel nunca ha podido dar con el dueño del mendrugo que le ayudó a vivir estando prisionero. El lolo Pérez de la manera más natural, más sencilla, así como es él; levantó su brazo y dijo suavemente: “Ése fui yo”.

Hace un par de meses el “Lolo Pérez”, sufrió con toda su familia un grave accidente automovilístico. Felizmente ya repuestos del susto y de la salud de su joven hija, se percataron que el vehículo en que chocaron, quedó absolutamente inservible.
Osiel no lo tuvo que pensar dos veces. Su hermoso jeep Nissan Terrano, fue enviado de inmediato a Temuco, al hogar de los Pérez. Comentando la alegría de la familia por el hermoso e inesperado presente, nos cuenta Alex de la pregunta que le hiciera el hijo a nuestro “lolo”: Papá ¿Cómo se hace para tener estos amigos?
Juan Jiménez, sabiamente replicó:” Se hace, sabiendo compartir un pedazo de pan.

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