sábado, 25 de julio de 2009

FELICES 85, ANA GONZALEZ, MADRE DE LUIS EMILIO RECABARREN, MÁRTIR DE LA UTE, Y UNO DE LOS IMPRESCINDIBLES DEL TALLER GRÁFICO DE NUESTRA UNIVERSIDAD



EL GLORIOSO TALLER GRAFICO DE LA UTE

Fanor Velasco 38 es mucho más que una dirección. Desde ahí salían a recorrer Chile y el mundo innumerables producciones del más alto nivel gráfico del país, fundamentalmente porque llevaban la impronta del esfuerzo, y como dice el compañero Mario Navarro, de la mística, de la entrega de un grupo de funcionarios absolutamente comprometidos con su universidad y con el momento histórico que vivía nuestra patria.

En efecto, me refiero al glorioso Taller Gráfico de la Universidad Técnica del Estado, que funcionaba en el añoso edificio gris signado con esa dirección. Desde el punto de vista de su tamaño la imprenta no era grande, pero desde el punto de vista de la producción era enorme. Sus dependencias bullían de actividad de la mañana a la noche y nadie se atenía a horarios cuando se trataba de responder a las necesidades de producción.

Numéricamente no éramos muchos, no más de 30, pero a pesar de no ser todos afines a la UP cuando se trataba del taller, todos sin excepción chutábamos para el mismo lado. Se formó un equipo excepcional. Quizás por casualidad o por el ojo avizor de los jefes, estaban los mejores de cada rama de la producción gráfica. Se podía dar el caso de que un operador de máquina, antes de empezar la impresión, subiera a comentar con el diseñador alguna frase que no le parecía del todo correcta, el que a su vez la rediscutía con la correctora de pruebas generando en algunos casos una polémica que finalmente redundaba en la excelencia del producto.

Linus Pauling o Volodia Teilteilboim entre otros grandes nombres de la intelectualidad, tanto chilena como extranjera, no eran ajenos a las tintas de nuestras máquinas. Recuerdo un artículo de Volodia titulado “La Revolución Científico –Tecnológica” en el que describe el enorme impacto social que tendría para la humanidad la incorporación de tecnologías cada vez más sofisticadas a la producción industrial. No era una profecía, era la deducción analítica de un humanista impecable.

¿Qué hacia tan especial a este grupo de personas? Sin duda su exiguo número no se compadecía con el aporte que hacían a la universidad en especial y a la cultura en general; sin duda era un grupo humano excepcional, una especie de selección, los mejores en todas las áreas de la creación gráfica. Los diseñadores, la correctora de pruebas, los tipeadores, los operadores de máquinas, los fotógrafos, los laboratoristas, los montajistas fotolitógrafos, etc., encabezados por expertos como Omar Rojas o Mario Navarro.

Pero si en lo profesional eran excepcionales sus características extralaborales no los hacían menos interesantes pues había guitarristas, cantantes, poetas, declamadores, atletas, futbolistas. Quisiera detenerme en esto último sólo para recordar que nuestro equipo salió campeón en los últimos tres campeonatos de fútbol de los funcionarios de la UTE.

Usábamos mucho el sobrenombre, nunca de manera ofensiva, pero nos identificábamos perfectamente con nuestros alias. Estaban las frutas: ‘el pera’, ‘el manzana’, ‘el tomate’. Los animales ‘la coneja’, ‘el mono’, ‘el gato’, ‘el camello’, ‘el perro’. Por supuesto no podía faltar ‘el guatón’, ‘el flaco’, ‘el chico’, ‘el pelao’. Los diminutivos como ‘la Beti’ , ‘el Juanito’, ‘el Kiko’, ‘el Chacho’ o ‘el Talo’ que era el que hacía el brindis oficial de las convivencias, algunas de las cuales fueron apoteósicas, como el matrimonio del Lucho Recabarren o el del huaso Ubilla, fiestas a las cuales el Taller Gráfico se apersonó en pleno.



El único marisco entre tantas frutas y animales era ‘el chorito Fuentes’, ariete fundamental en el equipo campeón, siempre impecablemente vestido, hablaba poco y decía mucho. ‘Buena pierna’ decía por alguna dama de hermosas piernas o ‘buena nalga’ por alguna dama de hermosas ídem.

Como encargado del archivo fotográfico, me correspondió catalogar, ordenar, clasificar la alucinante herencia cultural que dejó a la UTE el Fotógrafo Antonio Quintana. Miles de contactos, que con sus respectivos negativos, comenzamos a ordenar por temas. Era el retrato de Chile desde todas sus perspectivas. Montañas, pueblos, playas, mares, ríos, pero por sobre todo el hombre y la mujer chilena en toda su magnitud. Una obra de arte de valor incalculable cuyo destino desconocemos.

Se habla de los fantasmas de Fanor Velasco y sin duda los hay. Cada uno de los que vivimos aquellos intensos años dejamos una parte nuestra en sus pasillos. Es un imperativo inaplazable rescatar la memoria de nuestros mártires. Luis Emilio Recabarren González y Carlos Acuña Álvarez formaron parte de ese gran proyecto, estuvieron en la primera línea de la lucha por construir una sociedad más justa, más humana, más solidaria.

Jóvenes llenos de vida, de proyectos de ilusiones, ambos con niños pequeños en sus respectivos matrimonios y con un mundo por construir. Ejemplos de compromiso, de entrega, de lealtad, de consecuencia. Trabajadores ejemplares de nuestro inolvidable Taller Gráfico de la UTE. ¡Cuanta falta nos hacen!

Jorge Segundo Bustos Aguilar
Ex-trabajador del Taller Gráfico de la UTE

(Dedicamos este recuerdo a nuestra querida Ana González de Recabarren, una de las amigas de la Corporación UTE USACH, que este domingo celebra su 85 cumpleaños)

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