sábado, 8 de mayo de 2010

TESTIMONIO DE JUAN RUILOVA: EL ESTADIO CHILE SE CONVIERTE EN EL INFIERNO

2) Estadio Chile.

Como una segunda parte de este testimonio, relataré las terribles situaciones personales y colectivas que nos toca vivir en el Estadio Chile y que de una estructura deportiva fue transformada en un campo de concentración, en un campo de brutales y atroces torturas selectivas, en un campo de asesinatos, en un campo de torturas colectivas.

Tipo 7 pm fui trasladado junto a un grupo de unos 25 compañeros desde la UTE hasta el Estadio Chile en las micros descritas mas arriba. Fuimos ordenados en fila india y a punta de culatazos, golpes e insultos nos subieron a los buses y nos obligaron a estar encuclillados y sin levantar la cabeza hasta la llegada al Estadio Chile. Una vez llegado a la entrada lateral del Estadio, fuimos bajados a golpes y nuevamente ordenados en fila india a objeto de ingresarnos dentro de esas instalaciones. En esa espera y como prácticamente éramos el ultimo grupo para ingresar al estadio, vimos pasar, escoltado por una patrulla militar y recibiendo golpes e insultos y con su cara ensangrentada a nuestro noble rector Enrique Kirberg. Esta terrible escena nos llenó de rabia y dolor al observar la humillación a la que sometían a este brillante y culto educador.

Con las manos en la nuca y empujado por los militares fuimos ingresando por la puerta lateral del estadio y por un pasillo estrecho, lleno de militares de las distintas fuerzas, civiles y carabineros. Detrás mío venia ubicado mi gran amigo y camarada Víctor Jara y quien llevaba puesto un poncho negro, tipo castilla. Mientras estábamos en ese pasillo, recorrían nuestra fila un grupo de oficiales de la Fuerza Aérea y de Carabineros. Uno de los oficiales de la Fuerza Aérea, reconoce a Víctor Jara y de inmediato lo comienza a insultar y lo saca al costado frente a la muralla y gritando como energúmeno le decía….¡Comunista de mierda, concha de tu madre, ahora vas a saber lo que es cantar ‘las casitas del barrio alto’ !...Comienza a llamar a otros oficiales y a decirles…¡miren quien esta aquí, el comunista cantor de Víctor Jara!...iracundo este joven, alto y delgado oficial, le quita el fusil a un soldado, coloca a Víctor de frente a la pared con las manos levantadas y apoyadas sobre la misma y comienza a golpear la parte posterior de sus manos, una y otra vez con la culata del fusil. Víctor no se quejaba y brotaba mucha sangre de sus manos destrozadas por los golpes. Fue una escena terrible y cobarde, la impotencia de no poder hacer nada nos dolía en el alma y el silencio de todo el grupo era impresionante. Nos obligan a correr hacia el interior y dejan a Víctor en el sitio y golpeándolo.

Nos hacen correr y dándonos golpes de culata y patadas, nos obligan a sentarnos en las sillas de la parte baja de una de las alas del estadio. Lo que vimos fue dantesco, el área de la cancha estaba repleta de compañeros prisioneros de otras partes, muchos de ellos amarrados con alambres y cordeles, prácticamente desnudos, muy golpeados y llenos de sangre y moretones por todos lados. Nos informamos que la mayoría eran obreros de los cordones industriales. Las dos alas de sillas estaban completamente llenas e incluso gente en los pasillos y estábamos rodeados de soldados armados hasta los dientes y en algunos sitios tenían instaladas ametralladoras alemanas Rheinmetall calibre 30.

Observábamos a los oficiales moverse de un lado a otro, dando órdenes, gritando e insultando y de estos se distinguían dos. Uno muy alto, fuerte, de bigotes y un poco moreno y que era el Jefe del Campo, creado en el Estadio Chile y según dicen era el Coronel de Ejercito Pedro Espinoza y quien después fue el jefe del Estadio Nacional. El otro era un hombre joven, rubio, ojos azulados y de aspecto germánico y que se hacia llamar ‘el PRINCIPE’ y se jactaba de haber sido el que movió los tanques del blindado en la asonada anterior al golpe conocida como el tanquetazo. Se dice que incluso por esta acción estaba detenido en una unidad militar, pero fue liberado y era el segundo al mando en el Estadio Chile.

El coronel Espinoza, hablaba por los parlantes del estadio, insultando a los prisioneros y amenazando a los aproximadamente 5000 detenidos - que calculábamos - había en dicho campo de concentración. Gritaba…¡esas ametralladoras que ustedes ven, les decían las SIERRAS DE HITLER…! porque cuando se disparaban contra la gente, cortaban los cuerpo en pedazos y repetía furioso…¡Denme la oportunidad de usarlas para matarlos a todos ustedes, comunistas – marxistas!... Era un oficial paranoico y varias veces disparó su pistola sobre algunos de los detenidos y constantemente al aire. Seguramente, su objetivo era crear un estado de terror generalizado en los detenidos.

El llamado PRINCIPE, se jactaba de haber matado personalmente a varios comunistas y eso lo hacía muy feliz, pues el único comunista bueno era el comunista muerto y lo repetía constantemente.

Pasaron varios días, calculo unos dos o tres, sentados en el mismo lugar, sin comida, sin agua y para ir al baño había que solicitar permiso y con las manos en la nuca íbamos acompañados por militares hasta el interior de los mismos. Hubo situaciones de suicidio de algunos compañeros que no soportaron la prisión y se lanzaron al vacío. Constantemente nos amenazaba tanto el Príncipe como Espinoza y siempre estaban disparando con sus pistolas a objeto de mantener el amedrentamiento colectivo.

Más o menos al tercer día, llaman por los parlantes a los profesores universitarios a que se presenten en el Hall de entrada del Estadio y se logró reunir unos 80 profesores, la mayoría de la UTE y algunos de la Universidad de Chile, también algunos profesores venezolanos, argentinos y de otros países. El Coronel Espinoza, una vez reunidos, habla con nosotros y nos plantea que el Gobierno Militar necesitaba del talento humano y que lo que les interesaba a ellos era nuestra capacidad académica y que dejáramos a un lado nuestro principios marxistas. Ordenó nos dieran un plato de comida y que conversáramos entre nosotros respecto a su planteamiento. Esta situación crea opiniones encontradas en el grupo, pues muchos realmente creyeron en la buena fe de este fascista. El tiempo nos dio la razón al grupo minoritario que planteamos que todo era una farsa y que el tiempo de detención y las posibilidades de tortura y muerte estaban latente y fue finalmente lo que ocurrió. Nadie salió libre y mucho menos los que después consiguieron su libertad, volver a las aulas universitarias.

Una de esas mañanas, sentimos una discusión muy fuerte y airada en el pasaje frente a la entrada principal (Hall) del estadio, a mi lado se encontraba el profesor y luchador venezolano (recientemente fallecido en Caracas) Mariano Rodríguez y me dice… ¡Juan, esos gritos son del Embajador de Venezuela!…, y en efecto así era. Ese valiente embajador discutía airadamente con el Coronel Espinoza y el Príncipe, de que el estaba seguro que había muchos detenidos venezolanos y que el les exigía, en honor a su investidura diplomática y a los acuerdos internacionales, que le entregaran la lista de dichos compatriotas y que requería ver las condiciones físicas y psíquicas en que se encontraban. Los dos oficiales fascistas, negaban que hubiese extranjeros detenidos pues el problema era entre chilenos. De repente, veo que mi amigo Mariano Rodríguez, sale corriendo a la reja que separaba el hall de entrada y ese pasaje y le grita al embajador…¡Sr. embajador, soy Mariano Rodríguez, usted me conoce personalmente y aquí hay casi cuarenta venezolanos, detenidos, torturados y amenazados de muerte!...La indignación de los oficiales fue patente, pero nada podían hacer, el valiente embajador se acerca donde Mariano y este le entrega un papel con los nombres de los venezolanos que estaban detenidos. Nosotros nos quedamos sorprendidos por la valentía, hidalguía y habilidad de Mariano y nos preguntábamos… ¡como logró él, conseguir a los venezolanos detenidos!...Después Mariano, nos contó que en cada ida al baño contactaba algún venezolano y les pedía escribieran los nombres de lo venezolanos que ellos supieran estaban dentro del estadio detenidos. Así este valiente luchador latinoamericano logró tener esta lista y dársela a ese honorable embajador. Lamentablemente no me acuerdo su nombre, se que era del partido social Cristiano de Venezuela y además hijo de un distinguido diplomático y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Lo importante de este episodio es que la valentía y audacia de estas dos personas y a pesar de sus diferencias políticas logró salvar la vida de ese puñado de luchadores venezolanos. Deseo dejar constancia en este testimonio de ese noble hecho que demuestra que por encima de las diferencias, lo más importante y en situaciones tan difíciles, es luchar por la vida y dignidad de los seres humanos y la de nuestros compatriotas.

Otro de los hechos trágico y burlón vivido fue el siguiente; Había un muchacho muy joven, elegantemente vestido pero muy maltrecho, un poco gordito y de cara redonda y blanca, se notaba un joven fino y muy asustado. Cada vez que pasaba el Coronel Espinoza acompañado de otros oficiales y siempre con el Príncipe a su lado y veía a este joven, exclamaba, este muchacho es muy inteligente y culto, es hijo del Secretario privado de Allende (Oswaldo Puccio) y trabajaba junto a su padre muy cerca de Allende en la Moneda. Decía, yo siempre lo admire por su cultura, su inteligencia y lo conocí y hablaba con el cada vez que iba a la Moneda. De repente grita…levántate Puccio.… saluda a mis amigos militares y golpeándolo, pateándolo e insultándolo le dice…Puccio.., te enseñaré una poesía…quiero que te la aprendas de memoria y la repitas sin equivocarte cada vez que pase con mis soldados y oficiales frente a ti….¡ Se acabaran las piedras en Chile y las FFAA, nunca serán marxistas!...Oíste Puccio y lo hacia repetir la consigna en posición firme y con fuerza. Varias veces pasaba frente a este joven y le ordenaba…Puccio, recítale la poesía que te enseñe a mis amigos y Puccio se levantaba y la repetía. Generalmente lo hacia con voz débil, resquebrajada y no en posición firme. Esto molestaba a Espinoza y agarrándolo a patadas y golpes lo obligaba a gritar la poesía que el le enseño con voz fuerte y en posición firme. El joven Puccio, estaba muy golpeado y muy mal psicológicamente, apenas conversaba y se veía muy triste y apesadumbrado y se manifestaba en sus ojos el miedo ante lo que estaba viviendo. En una de esas tantas caminatas de Espinoza y el Príncipe, vienen directo a Puccio, con un nutrido grupo de oficiales de Carabineros y les dice…¡Les presento a Puccio, un joven muy inteligente, amigo de Allende y mi regalón, quien les recitara una poesía que le enseñe!…, le dice a Puccio, recita lo que te enseñe, se para el joven en posición mas o menos firme, con las manos en la nuca y repite…¡Se acabaran las piedras en Chile y las FFAA, nunca serán marxistas!...Iracundo Espinoza le grita…¡mas fuerte imbécil, que te escuchen bien mis amigos!...Puccio vuelve a repetir con mas fuerza y mas firme la consigna, Espinoza como un energúmeno lo agarra a patadas y golpes y gritaba…¡te equivocaste concha de tu madre!...¡Me has dejado como un imbécil delante de mi amigos oficiales!...la poesía es y que no se te olvide nunca mas y para que no te equivoques…¡Se acabaran las piedras en Chile y las FFAA…y Carabineros… Puccio…y Carabineros… nunca serán marxistas!... apréndetela bien y me la repites pues muy mal me dejaste ante estos oficiales de la policía. Puccio le repite la consigna agregando a los Carabineros y se retira Espinoza y su fascista comitiva. Todo el grupo de detenidos, cada vez que veía estas escenas guardaba un silencio terrorífico y una indignación por lo humillante de las mismas. Esta vez fue el clímax y esta situación nos muestra en toda su expresión el odio, el irrespeto a la calidad humana, el irrespeto a los jóvenes y la verdadera cultura fascista y asesina de los altos oficiales de nuestras FFAA.

En el ínter tanto y más o menos al tercer o cuarto día fui llamado por unos oficiales del ejército para ser interrogado. Me llevaron esposado a los sótanos del Estadio Chile y lo que me toco ver a medida que avanzaba por los pasillos del sótano fue DANTESCO. Decenas de compañeros heridos, amarrados, desnudos y además escuchando fuertes golpes y gritos de dolor. En estos sótanos estaban TORTURANDO y ASESINANDO compañeros.

Me instalan esposado con un grupo de unos cuatro compañeros y entre los que se destacaban Víctor Jara, Osiel Núñez y Gregorio Mimica. Todos ellos muy golpeados y heridos, especialmente Víctor que tenia sus manos completamente rotas y sus dedos absolutamente quebrados, apenas hablaba y su rostro absolutamente desfigurado. Nos miramos y me dice… ¡compañero Rulo, nos mataran a todos!...yo le asiento y Osiel me entrega un pequeño papelito, donde Víctor había escrito su ultimo poema y en letras muy pequeñas. Nos planteamos tratar de transcribirlo en varios papelitos y con la indicación que los que salieran vivos de ese infierno lo regáramos por todo el Estadio para poder de alguna forma, sacarlo fuera y dejarlo como uno de los testimonios más profundos de la horrible situación que estábamos viviendo. Por suerte así fue y se sacaron muchos papelitos al exterior con este póstumo poema de nuestro gran Víctor Jara.

En este horrible sitio no sabíamos si era de noche o de día, nuestros relojes y toda nuestra documentación había sido incautada. En un momento me agarran fuertemente y a golpes me introducen en un pequeño cuarto débilmente iluminado y logro ver a unos cuatro oficiales, tanto del Ejercito como la Fach. Me vendan los ojos, me desnudan y comienzan a golpearme con puños y palos por todas partes. En ese entonces, tenia 27 años y mi contextura física era muy fuerte, pues era muy aficionado al deporte…¡creo que esa fortaleza de alguna manera me salvó!...estando a punto de desmayarme me empiezan a preguntar por las armas que se usaron en la Universidad contra los militares y carabineros y que dijera donde estaban escondidas. Me decían que desde la Escuela de Artes se resistió y que había cuatro carabineros y como tres militares muertos por estos disparos. Me decían que les indicara sobre la persona que estaba de Jefe de los que estaban en la EAO y yo siempre les respondí lo mismo…¡No había armas, no había jefes!… y que los que nos encontrábamos en ese lugar éramos universitarios y en mi caso particular que yo era profesor de la universidad.

Después de esta golpiza y discusión con ellos, se plantean que se habían equivocado conmigo pues yo era profesor y no alumno de la Universidad y que seguirían buscando al tal LULO que sabían ellos era el jefe militar en la Universidad. Me devuelven un rato al grupo donde estaba Víctor, les comento lo que me toco vivir y como no estaba esposado los abrazo y acaricio, especialmente con mucho amor de hombre y compañero a nuestro recordado Victos Jara. Al rato me llaman para sacarme del sótano y llevarme arriba y me despido de estos nobles compañeros. A Víctor lo asesinaron, Gregorio Mimica hasta el día de hoy esta desaparecido y Osiel Núñez sufrió muy graves torturas.

Fui llevado al pasillo de entrada a los sótanos, que se encontraba atiborrado de detenidos y casi todos amarrados, golpeados, casi desnudos y muy heridos. Me colocan al lado de dos jóvenes argentinos, quienes estaban muy golpeados y malheridos y me dicen que ellos eran mecánicos torneros y trabajaban en una de las Fábricas de los Cordones Industriales y que en esa fábrica hubo resistencia armada, pues llegaron a ella, muchos de los compañeros del GAP con armamento. En los enfrentamientos con Carabineros murieron varios policías y esa era la razón por la cual a ellos dos los tenían en esas condiciones. A estos dos compañeros argentinos y más o menos unas tres horas de estar yo al lado de ellos, los llegan a buscar una patrulla de carabineros y a punta de golpes y patadas los sacan hacia fuera del Estadio y sentimos cuando descargaron las ametralladoras asesinando a estos jóvenes. Dejo constancia en este testimonio que en ese lugar donde estaban los dos argentinos se encontraban en muy mal estado el compañero Samuel Riquelme (jefe de investigaciones) y Litre Quiroga, jefe de prisiones quien fue posteriormente asesinado

Después de esta terrible situación vivida, me sacan unos militares y me llevan al grupo de 80 profesores universitarios en el Hall Central del estadio. Dentro de ese grupo había dos o tres doctores y con paños húmedos y compresas realizadas con pañuelos me curan las heridas y me dicen que me pondré bien pues solo tengo hematomas y heridas leves. No hay huesos rotos ni heridas profundas. Les explico a los compañeros lo que me toco vivir y ver en los tenebrosos sótanos y les comento que estuve con Víctor, Osiel, Gregorio, Samuel Riquelme y Litre Quiroga y les confirmo lo malheridos en que se encuentran, especialmente Víctor. Les entrego el papelito con el poema y muchos que podían lo transcriben y fue de este grupo que sale este testimonio fuera del Estadio.

Calculo que en el Estadio Chile estuvimos unos cuatro o cinco días. Comienza a haber mucho movimiento y llega un grupo de militares a ordenarnos en fila india pues seriamos trasladados a otro lugar. Era de noche, nos montan en unos camiones y buses y nos trasladan del Estadio Chile al estadio Nacional.

Fuera de las personas que he descrito y con quienes me encontré en el Estadio Chile, enumero algunas otras: Manuel Cabieses Donoso (periodista, dirigente del MIR y director de la Revista Punto Final), doctores Jadresic e Ipinza, profesor Luis Vitale (historiador y académico del Pedagógico de la Universidad de Chile), profesor Mario Céspedes (insigne académico e historiador, profesor incluso en la Academia Militar), etc., etc.

Para no olvidar…
Impactante testimonio-crónica de un exiliado chileno

Por: Juan Ruilova

Caracas, Venezuela, Marzo de 2010

Señores
Comisión Valech.

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