miércoles, 4 de mayo de 2011

HECTOR KOYC: LA CALLE RECTOR KIRBERG ES UN MERECIDO HOMENAJE AL CONDUCTOR DE LA REFORMA EN LA UTE

CALLE ENRIQUE KIRBERG

Esa calle, fue la primera que caminé cuando conocí nuestra Universidad, un par de años antes de ingresar como alumno. Y por esa misma calle pasé, cientos, quizás miles de veces mientras fui estudiante y posteriormente.
Cuando se coloque la placa con el nombre de Enrique Kirberg a la actual calle Tschatebeck, no sólo se cumplirá con un merecido homenaje a nuestro querido rector y a su entrega, primero como alumno, después como académico y posteriormente como el Rector de la reforma Universitaria de la UTE, el único elegido democráticamente por toda la comunidad universitaria.
Sí, porque esa calle ha sido un testigo permanente de la historia de la UTE. Porque por esa calle han pasado generaciones, que al igual que la nuestra han ido y van a la búsqueda de nuevos horizontes, conocimiento, y herramientas para construir sus sueños. Nosotros construimos parte de nuestros sueños allí; cambiando estructuras, probando y equivocándonos a veces, dudando muchas otras, pero con la firme convicción de que habríamos de hacer caminos nuevos. Por esa calle paseamos nuestros sueños, nuestros amores y nuestros desamores, encuentros y desencuentros. Esa misma calle nos vio pasar alegres unas veces, tristes otras. Preocupados, mientras las bombas de Napalm asolaban Vietnam, o al saber del asesinato de Luther King, o el encarcelamiento de Angela Davis. Con ira e impotencia, cuando se invadía Santo Domingo. Nos vio salir a defender nuestra UTE contra la asfixia presupuestaria, con nuestro flamante Rector, las autoridades académicas y nuestros dirigentes estudiantiles a la cabeza. Allí en esa calle una tarde de 1968, recogimos alrededor de un millar, de casquetes de lacrimógenas, con las que nos castigaron las “fuerzas del orden”, al no poder ingresar a nuestro campus.
Por esa calle, pasaron personajes que invitamos a dialogar sobre variados temas, al alero de nuestras aulas; en tiempos en que los suelos de las universidades eran respetados porque en ellos se forjaba el conocimiento, en la búsqueda en la investigación, en el disentimiento y en la discusión. Por esa misma calle, entraron las hordas del fascismo, disparando y destruyendo; quemando sueños, impotentes de diálogo, impotentes de aprender y sordos y ciegos, con el único argumento de la fuerza; que es el argumento de los carentes de intelecto, porque sus ideas son inválidas de raciocinio y de humanidad. Con la destrucción y la muerte creyeron destruir lo que no podían vencer; pero no pudieron matar la esperanza ni la simiente que la alimentaba. Y por esa calle salieron compañeros y académicos nuestros a la prisión de la dictadura, algunos como Víctor Jara y Gregorio Mimica, a la muerte. La sombra de 17 años que nos avergüenza como chilenos.
Por esa calle, asomaron los estudiantes rebelándose a la dictadura y derribando sus símbolos; el hierro de las rejas con que pretendían encerrar el conocimiento. Más tarde, por esa calle salieron a celebrar la apertura al retorno a la democracia. Hoy presenciamos su paso defendiendo el legítimo derecho a educarse fuera de las leyes del mercado.
Este acto no es un simple cambio de nombre. El nombre de Enrique Kirberg, puesto en ella, sin duda alguna nos compromete a los que pasamos, a los que pasan y a los que pasarán por aquí. Será el recordatorio de la honestidad y la entrega al mandato entregado por quien supo llevarlo con responsabilidad. El recordatorio a la posibilidad del ejercicio de la real democracia cuando una comunidad está en acción, participando, ejerciendo su deber y su derecho. Porque más allá de que Enrique Kirberg, haya sido nuestro rector, su acción trasciende los límites de esta, su Universidad y su legado está en haber salvaguardado la verdadera esencia de lo que debe ser una comunidad universitaria. En haber sido un mandatario con su actuar para y con sus representados. Nos impone la responsabilidad de recuperar y divulgar esos valores, el respeto a las ideas, el compromiso irrestricto a la palabra entregada; lo que cumplió y le costó la prisión y el exilio.
El nuevo nombre de esa calle es un homenaje a este personaje que hemos hecho nuestro porque él hizo suyos nuestros sueños y se entregó con nosotros a construirlos. Nos señala que hay que seguir haciendo caminos, uniendo voluntades y mirando futuros sin olvidarnos que el pasado es el fundamento de la construcción del futuro. Que habrá que abrir nuevas calles con nombres que nos recuerden que mientras hay vida, hay espacio y tiempo para soñar y construir esos sueños.
Héctor Koyck
4 de Mayo 2011

2 comentarios:

  1. No tuve la fortuna de conocer al rector Kirberg personalmente pero gracias a Luis Cifuentes y su libro Kirberg: Testigo y actor del s. XX he aprendido sobre su persona, me emociono cada vez que leo los artículos que publican porque cada palabra que escriben tienen el peso de la historia pero contado desde sus protagonistas, siento que poseen un inmenso cariño por la Universidad y estoy orgullosa que hayan sido nuestros predecesores.
    Sinceramente,

    Nieves

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